
Lo dijimos durante la edición terminada, y lo seguimos diciendo ahora, todo su protagonismo como concursante gira en torno a Arturo y le da igual lo que la gente piense de ello, a ella le da exactamente igual, no es nadie sin él y ella lo sabe de sobra. Si Arturo se mantiene como está ahora mismo, una vez pasado el calentón de los primeros días y tratándola como a una más, Indhira se morirá de asco allí dentro, y ya le puede echar la culpa a cualquier Carol de turno en forma de quien sea y se llame como se llame. Ya amenazó el sábado con marcharse al darse cuenta del percal. Si Arturo se aleja de ella, no tiene recursos suficientes para convivir con nadie, empezará a ver fantasmas por todos lados y tiene un pánico atroz a que se descubra la verdadera Indhira. Ver el 24 h y observar a Indhira sentada en la mesa del comedor con el resto de concursantes es noticia, observar su incomodidad y su desasosiego, su falta de apego a introducirse en conversaciones comunes es exponerla a un examen para la que no está preparada, su simpleza raya el ridículo y tiene miedo a quedar en evidencia. Se maneja mejor en la soledad del dormitorio, a la sombra de un Arturo demasiado condescendiente y con la complicidad de unas cámaras dispuestas y entregadas a ella. Sacarla de ese entorno es demasiada exigencia para una persona tan frágil y perdida, es llevarla a una hostilidad permanente con su entorno y exponer demasiado a la luz todas sus carencias, algo por lo que no está dispuesto a pasar sin tener que cobrar peaje en forma de lágrimas y victimismo perfectamente calculado y maniatado.

Si de todos los concursantes de la pasada edición, de veinte solo tres le dan el beneplácito a su actitud y de la nueva casa absolutamente todos rechazan tal actitud incluido un Arturo demasiado benévolo con ese comportamiento es por algo, no se lleva a cabo de forma gratuita ni tampoco existen tantos intereses oscuros como pretenden hacernos vender. Todos asisten ojipláticos allí dentro haciéndose la misma pregunta, pero que tiene ésta chica para que la gente la adore como lo está haciendo y sucumbiendo ellos mismos al mismo interrogante que muchos hemos visto desde fuera llegando a la misma conclusión. Nada. Es una pregunta que no tiene respuesta salvo la necesidad de crear falsos ídolos artificiales que nos alimenten nuestras precarias horas muertas y mirarnos en las fantasías de los cuentos de Andersen, soñar con un mundo de dibujos animados, de princesitas y muñecas de porcelana.
La realidad es bien distinta. Indhira es el producto de un marketing asociado a un concurso teledirigido convertido en un verdadero juguete roto del mismo y sobreexplotado hasta el infinito y a quien su garantía lleva semanas caducada, dejándonos entrever cada vez con más consistencia sus débiles costuras y a quien tratan de suministrar respiración asistida para mantenerla con vida en un coma lamentable e interminable. Fuera de ello, es la imagen patética de una persona soberbia, caprichosa, creida y engreida a quien su ego lo han agigantado de manera artificial y a expensas de que en cualquier momento alguien le clave la aguja y se desinfle cual globo infantil en fiesta de cumpleaños.
Es interesante observar la defensa a ultranza de quienes le profesan pleitesía apelando a moralinas inconsistentes y cayendo en su propia trampa, contradiciéndose cada dos por tres con argumentos edulcorados y perfectamente elaborados para ocultamiento de una falsedad de trama esporádica y mercantilista, cuando lo que observamos es una marioneta de ella misma a quien no le vendría mal una cierta dosis de autoestima y credibilidad en sí misma. Y lo peor de todo es que se le quiere otorgar un grado de normalidad que no posee para así justificar su defensa y meternos a todos en el mismo saco. Quien no ha actuado así alguna vez dicen sus palmeros más cercanos como si otorgándonos cada uno su propio espejo nos viésemos en su misma tesitura por decreto. Si le sacas de su cantinela victimista, todos contra mí, se ahoga en su propio vaso de agua que tanta fama le ha dado, no sabiendo nadar en el agua de la verdad que le rodea sin salvavidas. La única vez que todos conocemos que alguien le otorgó el status de “normal” y se le puso a la misma altura de los demás resultó expulsada de la casa por violenta, porque una persona normal simplemente la trató como igual, viendo su protagonismo restringido y perdiendo totalmente los estribos al saberse descubierta, no sabiendo estar en ningún momento a la altura de las circunstancias.

Todos vemos algo en alguien de los que hay dentro excepto en ella que no sea una burda repetición de momentos ya conocidos sobre los que se maneja bien y cuando las luces se dirigen a ella huye como cobarde en busca desesperada de una soledad autoimpuesta que le rentúe más, huye como cobarde de su realidad más sangrante que es mostrarnos tal cual es. Lo mismo es que aquellos en que basan todos sus argumentos no se fian mucho de ella y ella lo sabe. No cabría mejor opción que sentarla en la mesa de todos a hablar con todos para descubrir cuando una persona no sabe estar a la altura de todos. Nos regalan y nos meten por los ojos lo peor de una persona y sus limitaciones, y no sé hasta que punto Indhira posee la suficiente inteligencia como para adecuar esa realidad a su futuro más inmediato sin tener que pasar por el batacazo correspondiente.
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