8 de febrero de 2010

NADA ES LO QUE PARECE

Bueno, pues ya tenemos a Indhira donde esperábamos. Toda la casa en contra de ella. En plan víctima y luchando contra todo lo que se rodea. A la heroína del siglo XXI ya la tenemos con todo el mundo a su sombra haciéndole la guardia. Todo por una mujer enamorada. A que suena bien?. Que camino más fácil elegimos a veces, y todo ello para esconder la simpleza y la vulgaridad en su grado máximo. Que una mujer como Indhira sea una persona asocial, carente de personalidad e incapaz de integrarse en un colectivo por pequeño que sea dice mucho de las carencias de ésta persona. Han creado un ídolo de plastilina moldeable y han creido unas lágrimas de pena confundiéndolas con amor cuando en realidad brotan de impotencia de sentirse tan simple. O aquí la mayoría estamos locos o siguen metiéndonosla doblada, queriéndonos vender la burra de alguien incapaz de soportar una convivencia a no ser que sea protegida desde todos los ámbitos cual niña pequeña en brazos de su mamá.

Lo dijimos durante la edición terminada, y lo seguimos diciendo ahora, todo su protagonismo como concursante gira en torno a Arturo y le da igual lo que la gente piense de ello, a ella le da exactamente igual, no es nadie sin él y ella lo sabe de sobra. Si Arturo se mantiene como está ahora mismo, una vez pasado el calentón de los primeros días y tratándola como a una más, Indhira se morirá de asco allí dentro, y ya le puede echar la culpa a cualquier Carol de turno en forma de quien sea y se llame como se llame. Ya amenazó el sábado con marcharse al darse cuenta del percal. Si Arturo se aleja de ella, no tiene recursos suficientes para convivir con  nadie, empezará a ver fantasmas por todos lados y tiene un pánico atroz a que se descubra la verdadera Indhira. Ver el 24 h y observar a Indhira sentada en la mesa del comedor con el resto de concursantes es noticia, observar su incomodidad y su desasosiego, su falta de apego a introducirse en conversaciones comunes es exponerla a un examen para la que no está preparada, su simpleza raya el ridículo y tiene miedo a quedar en evidencia. Se maneja mejor en la soledad del dormitorio, a la sombra de un Arturo demasiado condescendiente y con la complicidad de unas cámaras dispuestas y entregadas a ella. Sacarla de ese entorno es demasiada exigencia para una persona tan frágil y perdida, es llevarla a una hostilidad permanente con su entorno y exponer demasiado a la luz todas sus carencias, algo por lo que no está dispuesto a pasar sin tener que cobrar peaje en forma de lágrimas y victimismo perfectamente calculado y maniatado.

Si de todos los concursantes de la pasada edición, de veinte solo tres le dan el beneplácito a su actitud y de la nueva casa absolutamente todos rechazan tal actitud incluido un Arturo demasiado benévolo con ese comportamiento es por algo, no se lleva a cabo de forma gratuita ni tampoco existen tantos intereses oscuros como pretenden hacernos vender. Todos asisten ojipláticos allí dentro haciéndose la misma pregunta, pero que tiene ésta chica para que la gente la adore como lo está haciendo y sucumbiendo ellos mismos al mismo interrogante que muchos hemos visto desde fuera llegando a la misma conclusión. Nada. Es una pregunta que no tiene respuesta salvo la necesidad de crear falsos ídolos artificiales que nos alimenten nuestras precarias horas muertas y mirarnos en las fantasías de los cuentos de Andersen, soñar con un mundo de dibujos animados, de princesitas y muñecas de porcelana.

La realidad es bien distinta. Indhira es el producto de un marketing asociado a un concurso teledirigido convertido en un verdadero juguete roto del mismo y sobreexplotado hasta el infinito y a quien su garantía lleva semanas caducada, dejándonos entrever cada vez con más consistencia sus débiles costuras y a quien tratan de suministrar respiración asistida para mantenerla con vida en un coma lamentable e interminable. Fuera de ello, es la imagen patética de una persona soberbia, caprichosa, creida y engreida  a quien su ego lo han  agigantado de manera artificial y a expensas de que en cualquier momento alguien le clave la aguja y se desinfle cual globo infantil en fiesta de cumpleaños.

Es interesante observar la defensa a ultranza de quienes le profesan pleitesía apelando a moralinas inconsistentes y cayendo en su propia trampa, contradiciéndose cada dos por tres con argumentos edulcorados y perfectamente elaborados para  ocultamiento de una falsedad de trama esporádica y mercantilista, cuando lo que observamos es una marioneta de ella misma a quien no le vendría mal una cierta dosis de autoestima y credibilidad en sí misma. Y lo peor de todo es que se le quiere otorgar un grado de normalidad que no  posee para así justificar su defensa y meternos a todos  en el mismo saco.  Quien no ha actuado así alguna vez dicen sus palmeros más cercanos como si otorgándonos cada uno su propio espejo nos viésemos en su misma tesitura por decreto. Si le sacas de su cantinela victimista, todos contra mí, se ahoga en su propio vaso de agua que tanta fama le ha dado, no sabiendo nadar en el agua de la verdad que le rodea sin salvavidas. La única vez que todos conocemos que alguien le otorgó el status de “normal” y se le puso a la misma altura de los demás resultó expulsada de la casa por violenta, porque una persona normal simplemente la trató como igual, viendo su protagonismo restringido y perdiendo totalmente los estribos al saberse descubierta, no sabiendo estar en ningún momento a la altura de las circunstancias.

En ésta edición especial hecha a su medida, a las primeras de cambio ha visto amenazado su protagonismo incluso antes de entrar lo que le llevó a dejarse arrastrar por su soberbia y hacer de tripas corazón, arriesgarse de nuevo a ser descubierta como impostora ocasional, y no tardamos mucho de nuevo en quitarle la careta a ese idolatrado mito ejemplo de la nueva era,  un solo guiño de Arturo la dejó en evidencia haciéndole tragar sus propias palabras,  sus propios actos y sus propias promesas justificándolo todo con un simple “lo siento” en el confesionario, tratándonos a todos de nuevo como imbéciles al uso, y reverdeciendo pasiones allí donde le esperaban su turno con las armas afiladas. Los otros han sido meras comparsas para su uso y disfrute hasta que han visto el palo del que va, pero sin pérdida de tiempo ya se ha puesto el guión y toda la maquinaria en marcha para desestabilizar de nuevo la realidad. Todos contra ella para afianzar su defensa y la justificación de su nula personalidad, extraer del baúl aquellas lágrimas olvidadas y esos precisos confesionarios archivados para la ocasión. El engranaje perfecto para una protagonista que de nuevo no está a la altura. Hemos fraguado un mártir de pacotilla que con pésimo argumento salvaguarda ciertos intereses, y pareciese como si una réplica del guión exacto nos llevara a vivir del pasado reciente.

Todos vemos algo en alguien de los que hay dentro excepto en ella que no sea una burda repetición de momentos ya conocidos sobre los que se maneja bien y cuando las luces se dirigen a ella huye como cobarde en busca desesperada de una soledad autoimpuesta que le rentúe más, huye como cobarde de su realidad más sangrante que es mostrarnos tal cual es. Lo mismo es que aquellos en que basan todos sus argumentos no se fian mucho de ella y ella lo sabe. No cabría mejor opción que sentarla en la mesa de todos a hablar con todos para descubrir cuando una persona no sabe estar a la altura de todos. Nos regalan y nos meten por los ojos lo peor de una persona y sus limitaciones, y no sé hasta que punto Indhira posee la suficiente inteligencia como para adecuar esa realidad a su futuro más inmediato sin tener que pasar por el batacazo correspondiente.

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