Ellos viven por y para los titiriteros que le ponen en la pantalla cada día, en sesión doble o triple. El concepto de entretenimiento ha cambiado en nuestras vidas, si antes ante la pregunta decíamos eso tan manido de leer un libro, viajar, ir al cine o simplemente dar un paseo, ahora el formato nos llega en forma de plasma de 42 como mínimo y ver a Indhiras, Arturos, Belenes o Jorges Javieres engordando las horas de nuestra vida y cotilleando el “hola” diario virtual que se nos sirve de forma gratuita en cuantito apretamos el botón. Tiene su público, ha encontrado su identidad y tira para arriba como burbuja mediática, encontró la gallina de los huevos de oro a bajo presupuesto y la exprime al máximo llenando estanterias de artificiales emociones, da que hablar en la panaderia, en las farmacias y en las puertas del colegio, miramos el reloj como nunca para que no se nos haga tarde cuando las anarosas de turno comiencen su función estar allí preparados.

Interactuamos a modo robótico y nos metemos en su piel con muy poco, en apenas unas lágrimas, unas frasecitas bien colocaditas y una cierta orquesta detrás amplificando y repitiendo la nada nos da como resultado una nueva estrella, aquella que en su día el video se tragó en la canción y que hoy “el todo vale” ha resucitado de entre el desván abandonado, ha desempolvado y brillante recoge hasta premios ondas. Nuestra sociedad está cambiando a rancia sin la necesidad de que nadie nos recuerde el retraso en años que teníamos con los paises de nuestro entorno, porque a pesar de todo nosotros seguimos siendo diferentes en todo.
Y porqué no un viaje al Caribe con todos los gastos pagados y con los cámaras detrás y hubiesen formado la exclusiva edulcorándola de cualquier cosa, que para la imaginación no hay como un encuentro casual y causal y no el esperpento de robarnos lo que más quisimos, envenenándolo de falso concurso, metiendo a quien en su día recordamos con cariño como palmeros adyacentes para uso y disfrute de la dote que nos tenian preparada??
Si los conceptos nos van cambiando día a día, el margen de maniobra crítica nos lo roban a cada minuto sustrayéndonos de nuestra perspectiva racional e involucrándonos de manera forzosa en éste parapente mediático como cobayas de turno, solo los aplausos y el share encumbran estrellas de barro pasajeras, las idolatramos como en su día hacíamos con cantantes, jugadores de fútbol o artistas conocidos, las hacemos como de la familia y por ellas matamos como de cualquier hijo se tratase. Nos las sirven en bandejas de plata a la hora de la merienda y bajo el calor de la mesa camilla resucitan nuestro ego y nos dan el sentido de vivir. Solo hay que rodearlas de espectáculo, de morbo, de show, y de unos cuántos “bienpagados” que acompañen al atrezzo… y ya tenemos un nuevo concepto de entretenimiento que colorea el sentido de nuestra vida.
Lo triste de todo es que para ello tengamos que arrebatar a nuestra propia historia momentos deliciosos, inolvidables que guardábamos en el cajón con cariño y que ahora los utilicen como cebo para su nueva estrella. Alguien ya se sabía el guión, pero jamás podría imaginar que fuese a ser utilizado de manera tan descarada. No dejando ni un ápice de márgen a la disponibilidad de la audiencia que enmascara todo éste circo. Que le diesen el premio imaginario y creado artificialmente antes de tiempo hubiese creado un antecedente demasiado original para lo que se destila en esos estudios, habría cambiado las secuencias de manera enrevesada y habría apurado el margen del ridículo hasta límites perseguibles, mejor crearnos nuestra propia fábrica de muñecos y hacerlos girar bajo los hilos a modo de marionetas, acorde al público infantil y amordazado que sentados en la losa aplauden a los titiriteros de turno. De que sirve clamar en el desierto de la ignorancia y de la crítica más mordaz si somos los primeros que alimentamos con nuestro mando a éstas marionetas que nos meten por los ojos y a quien dan pábulo para reirse de nosotros mismos en nuestra propia cara con todo el descaro del mundo.

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