UN ERROR LLAMADO SERGIO

  La diferencia está en que hay quien lo piensa y hay quien lo dice. No voy a volver para atrás pero me sorprende leer en los últimos dias opiniones insinuantes sobre el tema. Ese día callé y sentí el silencio de muchos y las palabras de pocos como un dedo acusador, llegué a dudar de lo que había escrito y si había hecho bien en publicarlo. Las palabras se pueden disfrazar, adornar o utilizar según convenga, las ideas no. Hubo gente que se echaba las manos a la cabeza y hoy se lamentan sin querer dar su brazo a torcer, ponen el grito en el cielo y claman en voz baja y al oido para que se le entienda o alguien les escuche. Defensores de la nada que se esconden tras ciertos muros de hipocresía o solo hablan bajo el efecto de los focos, me pregunto porqué callan cuando se les necesita, hay silencios que agreden y cobardías que duelen.

  No puede haber otra salida excepto la suya.  Solo ha sido un intruso,  un invitado impuesto al que jamás vimos como concursante. He sentido rabia al verlo y pena al escucharlo, nos ha retratado esa parte de la sociedad que nunca quisimos ver en Gran Hermano, ha sido como una prueba de fuego la provocación a la que nos han sometido durante todo este tiempo para por fin poner cada cosa en su sitio. No ha funcionado. O sí. Depende del cristal con que se mire. Ni él, ni Cristian ni María lo han logrado. Ahora nos toca a nosotros volver a restituir el concurso. El daño puede haber sido grande e irreparable, ya nada podrá ser igual para algunos concursantes de verdad ni tampoco para nosotros.

  Un pobre intento que dejará secuelas. Gran Hermano no necesita de fórmulas mágicas para mantenerse vivo, los experimentos después de diez años si no se manejan con un mínimo de sensibilidad pueden terminar por explotar en la misma línea de flotación del programa. Hemos sido cómplices necesarios de un maltrato al mismo concurso, cooperando necesariamente en una burda y cruel historia en la que a través de ese mismo maltrato hemos reprendido y frenado el concurso de uno de los nuestros. En las palabras de Sergio hemos consentido algo que nunca deberíamos haber permitido, tal vez nos hemos visto obligados o no nos han dejado otra alternativa, pero no ha sido la nuestra por mucho que digan. Nunca lo habríamos consentido.

  Nos han dejado a nosotros un marrón que no nos pertenece. La vida de Sindi y  Sergio debería de haberse resuelto en su propia casa, en su pueblo y con su gente. Lo sabemos ahora. Mientras tanto y ajenos a todo nosotros vivíamos el concurso de una persona feliz que se iba descubriendo a través de su propia experiencia, estaba empezando a descubrir sentimientos que hasta ahora no había conocido, estaba divirtiéndose, pasándolo bien y nos estaba haciendo partícipes de su propio crecimiento como persona, nos estaba enseñando la lección de su vida cuando de pronto a alguien se le ocurrió que aquello había que cortarlo y había que frenarlo, que Gran Hermano no debía mantenerse impasible ante semejante hecho, y decidió cortarle las alas. Quiso meterse en donde no le corresponde y nos arrastró a nosotros a su propio fango. Hoy nos corresponde volver a poner las cosas en su sitio y enmendar el error.

  Ahora no va a resultarnos fácil. El daño ya está hecho. Podemos echar a Sergio, y no sé si podremos evitar que Sindi, después de todo el despropósito, pudiese permanecer en la casa. Han querido llevar la vida de uno de los concursantes hasta el límite, saltándose todas las normas y violando todos los principios del concurso disfrazándolos de legalidad, nos han pringado en su propia mierda ofertándonos un producto que nunca deseamos, nos han obligado a consumirlo y nos han hecho cómplices de su incompetencia. Nos tendieron la trampa y caímos en ella. Pero ya no tiene remedio, solo nos queda ofrecer nuestra visión y a otra cosa mariposa. Supongo que de nuestras opiniones se alimentarán y se jactaran de un éxito sin precedentes cuando en el fondo todos deberíamos sentirnos apenados por todo lo que ha pasado.

 

  Hemos conocido a Sergio, y maldita la hora en que lo hicimos. Entre todos podíamos haber colaborado a que una de las concursantes hubiese sido feliz, al menos lo estaba intentando. Sergio ha sido la interrupción de un sueño, y no solo eso ha sido para Sindi, sino que ha sido como el retorno a la peor de sus pesadillas, a su ciega realidad. Nos ha retratado la imagen perfecta de esa sociedad oscura anclada en el pasado sin ganas de evolucionar y que piensan que el valor de las personas siempre debería estar supeditado a algún tipo de compromiso eterno. Nos ha reeditado la vida en blanco y negro y nos ha trasladado sin querer de nuevo al mundo de las utopías, nos ha hecho volver a mirarnos en el espejo y preguntarnos si lo que hemos hecho hasta ahora habrá servido de algo. No culpo a Sergio por ser como es, no es él el culpable de nada sino aquellas personas que han intentado mediar en un conflicto que se tenía que haber resuelto por sí mismo y con la mayor naturalidad del mundo.

  Gran Hermano tiene que dejar de hacer cosas que no le pertenecen, esta noche de nuevo se lo recordaremos. El provocar las historias nunca funcionó, y este año, de nuevo lo están intentando, con María, con Noe, con Sergio, abren brechas y nos toca taponar las grietas, hoy tenemos en nuestras manos tapar la primera y mandar a Sergio a su casa de donde nunca debió de salir, al menos no hasta que terminase éste Gran Hermano. Si controlar sutilmente a una persona o a un grupo de personas impidiendo que sus actuaciones u opiniones se desarrollen libre y naturalmente es manipular, Sindi ha estado manipulada... y el concurso también.