LA PERSPECTIVA DE LA INOCENCIA

  Me resultó entristecedor anoche ver a mi programa favorito perdido entre casinos telefónicos, echadoras de cartas o cualquier call tv que a esas horas suelen copar nuestras pantallas. No supe distinguirlo zapeando, iba de un lugar para otro y en toda la lista siempre me aparecía la misma imagen. En el caso que nos ocupa, una eterna y aburrida partida de billar. Si hubiésemos conectado por la tarde, la realidad no habría sido muy diferente, un trenecito y una bicicleta dándole vueltas a un patio. No sé el concepto de telerrealidad que ahora se impone, pero desde luego dista mucho de esa televisión de entretenimiento que se nos quiere inculcar, el pasar un rato divertido o vivir un momento emocionante nunca debería venir impuesto sino que ha de brotar desde uno mismo, yo elijo aquello que me pueda entretener y le doy cancha a aquello que me pueda hacer pasar un rato divertido. Impera la descontextualización del momento, siendo generosos podríamos sospechar que las cámaras nos lleven hacia aquel lugar donde se supone pase “algo” interesante y desechando todo aquello que no es digno de ser retransmitido. Esta edición está teniendo los días y las noches más largos que se recuerdan y se abusa de las cámaras fijas, como si ya nada importase y hubiese que cumplir un estricto horario, poner el piloto en automático y emitir. No puedo creer que alguien esté satisfecho de lo que ayer pudimos vivir, me sabría mal.

  El problema de estos concursantes es que son muy malos televisivamente hablando y las lecciones que se les imparten desde arriba no son quizás las más adecuadas, a fin de cuentas ellos solo siguen unas pautas, pueden elegir y quizás opten por la peor opción, pero si se les motiva a escoger precisamente esa se les estaría facilitando el camino. El meter la mesa de billar puede tener su sentido y dar lugar a conversaciones interesantes siempre y cuando se haya hecho un estudio previo de quienes la pueden utilizar, pero habría que valorarlo todo y también la otra parte, hacer por hacer puede ser contraproducente. Las pruebas deberían ser estudiadas y que no solo sirvan de homenaje de acuerdo a las distintas personalidades, no es mucho lo que se pide, a fin de cuentas es lo mismo que se les exige en un, según dicen, programa de entretenimiento. En un concurso que se lo ganen. Es lo mismo que la comida, si pierden una o dos pruebas seguidas se cae en la tentación paternalista de alimentarlos para que no se vayan a la cama a dormir por tener que pasar hambre, pero se olvida la competitividad que supone la propia supervivencia para el concurso y el entretenimiento. Se zanja la cuestión básica con el primer pensamiento que  nos ilumina y pensamos ipso facto pues tienen razón sin valorar más allá de cualquier otra posibilidad. Los acomodamos…. Les damos la comida, les ponemos pruebas aburridas, monótonas y fáciles de lidiar y les ponemos un gimnasio y una mesa de billar, y luego encima queremos que rindan televisivamente hablando, que se emocionen, compitan y encima nos entretengan.

  El resultado de cierta mala praxis tenemos que buscarlo en añadiduras como la de esta noche donde varios ex-concursantes pasarán un rato en la casa con ellos, se busca ese momento en este caso de nostalgia que nos saque un poco del letargo que llevamos padeciendo, inyectarle un poco de ese algo que se nos está privando. Ayer decía alguien, en una de esas críticas simplistas que últimamente se acostumbran, que en realidad no estábamos entendiendo ésta nueva fórmula consistente en llenar la casa de información del exterior y lo decían añadiendo la coletilla recurrente que sin esas cosas el programa ya haría mucho tiempo que habría dejado de existir, hay que verlo todo desde esa postura extremista para poder defender aquello que es contradictorio en sí mismo, no se pueden defender ambas cosas, aquel que quiera un concurso como Gran Hermano no puede nunca defender la información del exterior ni aunque sea como reclamo o como elemento desestabilizador porque lo estás adulterando, es como si tuvieses que elegir entre la mermelada y la confitura, parecen lo mismo pero no lo es. Y ya nos podríamos estar cuidando mucho de poder etiquetar bien el producto. No es rentabilizar el producto, es salvar los muebles y muchísimo menos  evolucionar hacia algo distinto, sino solamente el no reconocimiento de un fracaso. Las triquiñuelas demagógicas siempre son al uso y excesivamente puntuales, se está dudando de aquello precisamente en lo que crees y lo que defiendes pero hipócritamente reniegas de él.

  

  Y yo lo entiendo, pero lo que nunca entenderé serán las formas. El reclamo de cabecera de esta noche es un mal menor que dice mucho de la edición y hacia donde va encaminada, y no es porque no nos apetezca verlos en la casa y recordar viejos tiempos, es por lo que esconde. Las miserias de una edición envenenada con palos de ciego, hoy será eso pero mañana será lo que se nos ocurra con tal de al menos no pensar en lo que está sucediendo en la casa, desviar la atención de una metedura de pata que no se ha sabido corregir ni se está queriendo, se camina a la desesperada y de forma apresurada, hoy es martes y hay que cubrir el jueves, todo muy naif donde lo ingenuo y lo espontáneo nos suelen cubrir las espaldas. Todo podría empezar por reconocer los errores e intentar enmendarlos, para eso, no sería mal atrevimiento aquella siempre buena opción de no tener que ir cada uno por su lado.

  En el resumen de ayer, vuelvo a la actualidad, se nos mostraron los acontecimientos acaecidos en la madrugada del sábado a eso de las cinco de la madrugada en la casa. Ayer se estuvo comentando en el blog el comportamiento de los gemelos y el ocultamiento de unos hechos que sí se produjeron. Las interpretaciones pueden ser ilimitadas y las lecturas muy personales, hablamos de hechos y nada más, de algo que me cuidé muy mucho de relatar con suma prudencia, el silencio siguió latente y el oscurantismo evidente. No se trata de ninguna guerra, y por eso, lo decimos. Hicimos hincapié en la censura como motivo meramente informativo. Si el resumen que se montó ayer nos dejaban bien claros los acontecimientos, ¿Porqué se puso el ojo?. Ayer no vi nada raro ni digno de ser ocultado. Me pareció un montaje excelente y que venía a contradecir todo aquello sobre lo que se estuvo especulando, todos los que lo vimos y habíamos leído el blog pensamos que lo habían sesgado y se lo habrían llevado a su terreno, aquellos que no leyeron seguramente lo tomarían como una escena más de la convivencia y que seguramente pasaría desapercibida. Entiendo todas las posturas y digo que son dignas de defensa, entiendo que haya concursantes que para ciertos intereses sean necesarios en la casa, ¿que sentido tendría la visita de Yago hoy si los gemelos hubiesen sido expulsados por la audiencia el jueves pasado o por el programa el sábado si siguiese nuestra tesis?. Absolutamente ninguna.

  Digo y lo mantengo, que en la madrugada del sábado ocurrió algo más de lo que nos mostraron anoche en el resumen. Hay suficientes indicios y testimonios que así lo confirman, y seguiré defendiendo la tesis de que si se nos oculta la realidad solo nos dejan abierto el camino a la especulación, lo cual no quiere decir que sea mentira y que no haya ocurrido. Ocurrió, y yo solo estoy especulando, pero hubo muchísimas personas que lo vivieron y dejaron constancia de ello. Yo nunca he hablado de peleas, ni de llegar a las manos, pero sí de actitud violenta, y resalto la palabra porque esa misma fue la utilizada como advertencia en su día por quien correspondía. Las cosas tienen la importancia que se le quiera dar. A Argi la expulsaron por la puerta de atrás y sin contemplaciones por una frase sin importancia, pero que se le quiso dar importancia. A los gemelos se le tenían que haber expulsado el sábado por reincidir en una actitud violenta importante, y sin embargo no se le quiere dar importancia.

  Aún así, el concurso sigue, he dicho bien concurso. Y las tramas se tienden a ir elaborando casi sin querer como siempre ha ocurrido. No es necesario tanto intervencionismo, quizás con un poco de tacto tendríamos suficiente, pero si se empeñan en convencernos de aquello que no es, no tendremos más remedio que defender aquello en lo que creemos que es, y os puedo asegurar que a nadie le hace gracia tener que relatar o escuchar todos los días esas infumables tardes de trenecitos o esas interminables partidas de billar.