LA DIFICULTAD DEL CONCEPTO

  Era jueves, día de debate. No quiero equivocarme de concepto pero la sensación que a uno se le queda  es al menos extraña. Un resumen de dos horas repetido, una puesta en escena perfectamente homologada a lo que nos viene de dentro y la creencia al terminar de que uno se queda como cuando empezó. No sé si ha sido buena idea lo de ver al súper en todos los debates en directo anunciando cosas interesantes.  Ayer nos anunciaron otro juego de recompensa en el que tenían que coger saltamontes y usarlos de trueque con un manjar perfectamente preparado, según los saltamontes que cogiesen obtendrían recompensa, no podrían coger más de cien….ni menos,  Y cambiarlo por la comida. El súper nos dijo que nos íbamos a divertir mucho y nos lo vendieron como momento espectacular. Lo dejo ahí. Nos anunciaron las imágenes de Miriam y su “streap tease” como algo definitivo y que tendría consecuencias inimaginables. Lo dejo ahí. Del resto del debate, mejor no hablar para no empeorar el concepto pero viendo a Edo y su frase sobre Susana nos podemos hacer una idea del perfil de concursantes sobre el que estamos tratando este año.

 De día es insufrible y de noche patético, el veinticuatro se hace eterno y se mimetiza con la nada más absoluta, ver a unas personas hechas y derechas comportarse como adolescentes intentando ser graciosos y planear bromas de campamento nos podría en un momento dado hasta divertir, pero cuando se te impone como norma un día si y otro también y encima te advierten que estamos como dijo Kristian ante la edición más divertida de todas, te resulta hasta ridículo.

 El encierro en todas las ediciones ha provocado diferentes reacciones en sus concursantes, pero jamás había conocido ninguna en la que absolutamente todos sus integrantes llegasen a formar parte de un mismo comportamiento lineal. Todo es previsible un día y otro día hasta el punto de aferrarnos  a unas simples frases para justificar cierto movimiento, por cierto no sabía que la primavera y el cebo iban a ser conceptos también, se agradece el homenaje.

  Da una pereza enorme relatar la cronología de lo sucedido de un día para otro sin caer en el engaño que supone una falsa interpretación de los hechos. No hay por donde cogerlo, el aburrimiento es evidente dentro y fuera, la farsa a la que estamos asistiendo está condicionando el poco atractivo que pudiéramos obtener y si Desiree es el objetivo en el que estamos poniendo todas nuestras esperanzas, apaga y vámonos. La organización no está ayudando mucho en la reactivación del programa con guiños como el meterle comida cuando están penalizados por prueba o darles una segunda oportunidad de poder subir la persiana a la hora de cenar.

  Si a eso le añadimos la reiteración de las misiones, el robo de cosas o el asunto gemelos no es nada original y unas pruebas acorde con la mentalidad de los concursantes,  prevalecerá el infantilismo no solo en el comportamiento de los integrantes sino en la idiosincrasia de la edición. Les estamos dando lo fácil y lo cómodo y ellos nos están devolviendo lo mismo, eternas escenas en blanco donde todos están acostados o interminables reproches sobre las nominaciones para no decir nunca una verdad a la cara. Nada allí dentro es genuino.

  Solo nos queda interpretar lo que no es interpretable, la ausencia de lo natural está certificada desde el primer momento y debemos desviar nuestro camino para encontrar por otro lado algo a lo que agarrarnos. Tenemos la carpeta, idealización sobre la que se asienta el objetivo, la aceptamos o morimos de inanición porque solo disponemos de sus ingredientes, otras expectativas parecen nulas. No hay grupos, no hay tramas ni siquiera atisbo de mal rollo, todo es un escaparate perfecto donde el cronómetro corre para ver cuando alguien se lía con alguien, lo que este dice de aquél y poco más, las nominaciones son la esencia del miedo y sobre éste se sustenta la convivencia, el reto está en dorarle la píldora al otro para que no te nomine.

  Ni siquiera los damnificados reales de ésta aseveración, Susana, Noe, Juan Carlos y Argi son capaces de verlo y planear alternativas, confían en la mentira y el falso buen rollo antes de ponerse a pensar en el porqué. El trasiego de concursantes no parece animar, entran ya trillados y se enfrentan a un escenario bastante asentado e inmovilista, o se integran en la rutina o tienen los días contados, por tanto la reactivación parece complicada. La fisonomía de ésta edición está perfectamente diseñada para lo que está, y eso en mi tierra

…  son lentejas.