CARTA A MARTA

 Querida Marta:

  Te comprendo no creas. No me conoces ni falta que hace, te escribo no para compartir mi tristeza sino mi alegría. No pienses que me hizo gracia oir pronunciar tu nombre, ninguna. A ninguno de los que amamos este programa nos hizo maldita gracia, es más ni nos lo esperábamos. Pero poco a poco ya te irás dando cuenta de como son las cosas, y estas a veces no son como bien os han enseñado durante esta edición lo que parecen. Por eso sé que hoy tu tristeza solo será a medias. Sé que no estás triste por no ganar o por salir expulsada, ya te conocemos un poquito. La rabia que tienes dentro y la frustración por no permanecer un poquito más junto a tus amigas embrujadas o a tu bebé como le llamas que no te trabe lo más mínimo. No merece la pena, te lo aseguro. Muchos de los que seguimos el programa desde el minuto cero sabemos que has sido una cabeza de turco por necesidades del guión, no más. No pienses que la gente te ha dado de lado y te ha dejado con el caramelito en la boca porque no es verdad. La gente ha estado contigo hasta el final y lo seguirá estando, hazme caso porque conozco bien este programa. Pero hoy no quiero hablarte de él, no merece la pena, hoy no.

  Solo te escribo para darte las gracias en mi nombre y en el nombre de todos cuantos amamos este condenado programa que tanto nos engancha. No puedo decirte otra cosa, no te voy a decir que lo siento, que no te lo merecías y todas esas pamplinas porque ni siquiera hace falta y porque sé que tú tampoco lo entenderías. No lo siento porque siento que me has dado demasiado como para ahora tener que estar intentando consolarte por habernos hecho disfrutar tanto. No me gustan las tonterias, que casualidad, me sucede como a tí porque en el fondo soy un poco como tú y no me gusta perder el tiempo en “boberías” como tu les llamas. Solo quiero hacerte partícipe de esa felicidad que has querido compartir con todos nosotros durante tres meses, sin tí esta edición no habría sido igual. Tú has sido ese nexo que cada edición nos hace distinguir entre la buena y la mala, y gracias a tí esta ha sido diferente... especial.

  Porque tú has sido especial. Sé que no sirve de nada ya y que no te van a tranquilizar mis palabras pero quiero que sepas que para mí has sido una de las concursantes más especiales de los dieciséis años que llevamos de programa. Has personificado en tí todo aquello que siempre le pedimos a un Gran Hermano y eso te puedo asegurar que no es nada fácil. Ahora te vas a hartar de oir tonterías, boberías y niñerías de reventados varios, no te preocupes, también forma parte del guión y si no fuese así tampoco te preocupes porque solo será la envidia que les corroe de poder haber disfrutado tanto contigo. Has sido valiente y eso en Gran Hermano no está bien visto, desgraciadamente lo rige una cadena de mediocres donde el postureo, la carpeta y la falsedad está sobrevalorada, pero tampoco me importa, tú has hecho que no me importe. Nos has devuelto la esencia, esa que llevábamos tiempo perdida y que gracias a tí hemos vuelto a recuperar, nos has devuelto la ilusión por este maldito programa y nos has hecho volver a creer. Si, nos has devuelto la fe. Por eso me está costando mucho trabajo decírtelo, porque no soy muy de halagos, pero sí de reconocimiento, y no puedo sino agradecerte todo lo que has hecho por Gran Hermano, por nuestro Gran Hermano.

  No eras mi favorita. O sí. No lo sé. Solo sé que te quería dentro hasta el final, hasta el último minuto. Porque no podía concebir este dieciséis sin ti, y te aseguro que me va a costar asomarme a esta ventana y no verte... siento que me faltará algo, que a este Gran Hermano le faltará algo, y ese algo siempre serás tú. Sin tí, nada será igual porque lo has sido todo. Has sido única, y no es la primera vez que lo escribo, no pienses que porque te esté dedicando esta entrada pudiese sentir la obligación de decírtelo, no. Lo he dicho muchas veces, solo quiero que lo sepas. Y que sepas que tú has sido la culpable de muchas noches en vela, de miles de carcajadas, la culpable de hacernos sentir por primera vez en mucho tiempo la emoción por Gran Hermano, la necesidad de Gran Hermano.

  Marta, has personificado todo aquello que cada año le pedimos a un concursante. Alegría, emoción, sangre en las venas, paciencia, valor, naturalidad, espontaneidad, diversión, risas, compañerismo, lágrimas, autenticidad... pero sobre todo corazón. Y tú has sido ante todo corazón. Un corazón inmenso como hacía mucho tiempo que no veíamos en la casa. Por eso me ganaste, por eso nos has ganado a todos... porque nos has ganado a todos y quien diga que no es porque está mintiendo o es incapaz de reconocer la verdad de este concurso. Has sido grande, enorme hasta en tus errores que también los has tenido, muchos además, pero ¿sabes qué? También me los he creido porque han sido de verdad. Nos has atrapado con tus trabas, has dibujado siempre una sonrisa ante nuestros ojos, la cámara te buscaba para regalarnos esos momentos de realidad que tanto echábamos de menos, cuando algo iba mal siempre te enfocaban a ti, no sé como te las apañabas... pero siempre estabas ahí.

  Esta mañana no me salen mucho las palabras, mis dedos no me obedecen como otras veces, me siento un poco trabado como tú, es un nudo en la garganta lo que me bloquea al pensar en todo lo que te quiero decir, tengo miedo de quedarme corto y tengo miedo de pasarme porque quiero ser justo contigo, creo que al menos eso sí que te lo mereces, pero no me sale... lo intento pero no me sale. Mi mente al pensar en tí se va sin remedio a la casa de Gran Hermano de la que nunca debiste salir, porque es tu casa. Y la nuestra. Y te sigo viendo allí, correteando de un lado para otro, en el confesionario poniendo a parir a todo el mundo o contándonos tus penas, en la habitación tapada con el edredón y dejando asomar tu cabeza recostada de lado y haciendole ojitos a tu Sofía o a tu chica del circo, o fijando esos ojos medio cerrados y abriendo la boca como anonadada con una tostada en la mano sentada sola en el taburete de la cocina mientras alucinas con las tonterias de Han y Aritz, pensando en la luna o diciéndote a tí misma “pero qué me estás contando...”

 Porque esa casa contigo leyendo todo esto que no me sale, nunca será igual sin tí. Lo siento, pero también estoy medio trabado y no puedo sino decirte... gracias.