ANTISISTEMA

    Muchas veces me preguntaba qué hacía aquí, hoy es uno de esos días y sin embargo no me puedo mover. Cuando alguna vez escribía alguna entrada crítica con la organización y después leía los comentarios preguntándome eso mismo, asentía y me lo volvía a repetir, si tan poco me gusta esto, si lo que pienso es realmente todo eso que escribo qué es lo realmente hago aquí me solían decir, me sentía mal, no tiene sentido me decía, soy pura contradicción. Anoche creo que obtuve la respuesta. Pensé por un momento en esa empresa que tiene un trabajador, un trabajador mediocre que aparte de no hacer bien su trabajo se pasa el día hablando mal de su jefe, arremetiendo contra sus compañeros, sembrando odio y discordia entre ellos y entorpeciendo la productividad. Cada día que pasaba el mal rollo se iba haciendo cada vez más evidente hasta el punto que llegaba a generar conflictos con sus mismos compañeros. Pensaba que la culpa no era de ese trabajador que andaba sembrando los días de desgana y apatía que alteraba los nervios de sus compañeros y les impedía hacer bien su trabajo. Entiendo que si el responsable o el jefe sabe mejor que nadie como funciona su empresa y sabe cual es el mal que la aqueja, debiera tomar decisiones por el bien de ella o en su defecto dejarla explotar en su perjuicio, cualquiera de los que hasta aquí me habéis leído también podría pensar que si no lo hace así sería un mal jefe, o un irresponsable.

   Me preguntaba si una vez decidido atacar el problema el jefe se reúne con su trabajador díscolo y le hace ver el mal que le está causando a la empresa, lo culpabiliza de todo incluido el mal rendimiento de sus compañeros y le dice que tiene que tomar una decisión drástica por el bien de todos. Y en vez de sancionarle, de expulsarle, de abrirle un expediente informativo o suspenderle de empleo y sueldo, le dice que está muy contento con él y le va a premiar con una prima extraordinaria, le anima a seguir así y le dice que no cambie en absoluto que la empresa está muy satisfecha con él. Pensaba por un momento que le estaba abriendo la puerta a los demás compañeros para que actuaran igual que el susodicho y le estaría otorgando licencia para contribuir al hundimiento definitivo de la empresa. Pues eso fue lo que yo pensé anoche viendo el programa. Me sentí identificado y totalmente autorizado desde ahora a cualquier crítica por descabellada que parezca. Ya no me siento tan mal, supongo que pensaría ese mal trabajador, al contrario, casi prefiero que sea así aunque poca gente me pudiese comprender.

   Pasar a discutir sobre lo que todos vimos anoche en el programa especial creo que sería no hablar de Gran Hermano, y este blog no es así. Podría “embarrarme” y dejar de caer aquello tan recurrente de que qué esperaba de una cadena que tiene como estrella principal a la mismísima Belén Esteban, sería demasiado fácil y simple la deducción y ya dejaríamos de escribir porque no creo que nadie me pudiese debatir. Pero no. Hoy no voy a hablar de la mierda que Tele5 esparce a través del concurso a sus espectadores, de la posible manipulación de los porcentajes, no voy a hablar de engaños ni mentiras que creo que hasta un niño de cinco años sabe ya, ni de guiones preestablecidos o hipocresías varias de la cadena de las doce causas, ni siquiera voy a hablar de presuntas estafas con el dinero que los engañados seguidores se gastan cada semana, no voy a hablar de audiencias ni pelotas, no hablaré de frikis al uso que con tal de chupar un minuto de cámara y tener su minuto de gloria son capaces de vender su alma al diablo llegando a causar vergüenza ajena a quienes le están viendo o escuchando. Hoy, aunque parezca imposible, voy a hablar de Gran Hermano, que por eso es por lo que no me pagan.

No me gusta Quique. Y casi pensándolo en frio y vistas las circunstancias casi preferiría que fuese él el expulsado el jueves. No me gusta porque no me transmite nada, ni frio ni calor. Me genera absoluta indiferencia, lo veo impostado y supercontenido, no es que sea su juego que como experto que dicen que es haya podido elegir, es que es así, sin sangre en las venas o con exceso de miedo, le tiene pánico al ruido, le tiene pánico al silencio, le tiene pánico a todo, y eso en Gran Hermano es definitivo. Podría compararlo con Suso que será su contrincante el jueves y decir que mientras uno no me transmite nada, el otro al menos me produce rechazo, por lo menos me transmite algo. Quique si sale, no saldrá por culpa de Suso, no nos equivoquemos, no saldrá por el error cometido la semana pasada en salvar a Han, lo advertí en su día y lo sigo manteniendo aún a costa de los expertos, si se va será por su mal juego y su falta de valentía, será por esa tristeza que contagia en casi todas sus acciones, por su siniestra postura en el tablero de la casa, por ese oscurantismo que emana en cada uno de sus momentos. 

   No, Marina, no, Quique no es la alegría de la casa, a no ser que tu concepto de alegría sea algo siniestro como esos muertos que te gusta ir a visitar los domingos por la tarde en el cementerio de tu pueblo. Gran Hermano a veces elige a sus protagonistas y en esta edición Quique había sido uno de los elegidos, sin embargo no lo ha sabido ver. Lo habían elegido a él como símbolo del enfrentamiento contra el mal, la dicotomía entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, era su papel perfecto y ni siquiera se lo ha enfundado, no ha sabido que hacer con él a pesar de la confianza que mucha gente había depositado en él. Ha defraudado a todos, a la organización la primera y a nosotros también. Podía haber llegado lejos aún sin hacer buen concurso con la única premisa de que solo asumiera su rol. Ni ha sabido, ni ha querido, o lo que es peor, se ha sentido incapaz anulado por las circunstancias de la casa. Nunca ha tenido capacidad de reacción ante cualquier nimiedad y cuando lo ha hecho lo ha hecho mal y con la boca pequeña. Una decepción de concursante, que posiblemente lo pagará muy caro.

   El que me haya leído hasta aquí lo mismo se ha quedado sorprendido por mi toma de posición con respecto a la expulsión del jueves. No es lo que parece. Yo siempre he defendido la salida de Suso del concurso y lo sigo haciendo. No quiero a Susos en mi concurso favorito, nunca he congeniado con los farsantes y los vendemotos, me parecen una estafa de personas y malos compañeros de viaje, no es su personalidad la que me impide otorgarle mi favor, conozco muchos Susos en la vida y no tiene porqué ser determinante a la hora de enjuiciarlo en el concurso, ha sido su juego, su sucio juego el que me genera este rechazo, ha sido un juego cobarde de niñatos que se ampara en el mal menor de la psiquis que padecemos con esta irrealidad de programa y que lo ha aupado hasta la cúspide de la duda. Muchos te dirán que es único, otros que se está bebiendo el programa a sorbitos, otros te hablarán del peso de la edición sobre sus espaldas, de su valentía, que va de frente, que dice lo que piensa, lo divertido que es y bla bla bla. No.

  Quien no lo conozca que lo compre, yo no lo compro. Donde muchos ven valor yo veo cobardía, la suficiente como para apartarse del mundo e irse a llorar por las esquinas; donde muchos ven sinceridad yo veo a un mentiroso calculador y frio al que le importa tres pepinos todo aquello que no sea ensalzar su trasnochado ego; donde muchos ven espectáculo, yo veo un tapón en la edición que está condicionándola hasta resumirla solo en él; donde otros ven protagonismo, yo también lo veo pero del malo y en sentido negativo, si levantarte amenazante e irte hacia un compañero de forma agresiva, si intimidar a todo el mundo con una pose chulesca y desafiante al tiempo que te ríes tus propias gracias y das muestras de una ignorancia supina, si piensas que todos, absolutamente todos somos malos, no tenemos ni idea del concurso y ni siquiera sabemos lo que estamos viendo día tras día, si te crees el ombligo del mundo y cada compañera que convive contigo se muere por tus huesos y se metería en tu cama a golpe de click y alardeas de ello y lo promocionas como el mayor logro en la vida, si detrás de ese funambulista entre lo malo y lo peor, lo zafio y lo vulgar, lo grosero y lo patán, un bocachanclas al que se le va su fuerza por la boca, los malos modos por los ojos y el orgullo por el culo, un analfabeto que se jacta y presume de ello, un violento cerebral que piensa que él y solo él es el rey del mambo y los demás solo son unas cucarachas a su lado.... si eso es ser el protagonista de la edición, yo no quiero esos protagonistas dentro de la casa. Los quiero lejos.

   Desgraciadamente, todo no está en las manos de la audiencia. Aquí se ha perdido el norte, posibles cajas destempladas han llorado la salida precipitada de Mayte y no quieren correr otro riesgo, hacer imprescindible al chiquilicuatre de turno por lo que rente al precio que sea no creo que sea el camino, pero igual estoy equivocado y las cosas, no solo en la televisión sino en la sociedad misma están cambiando demasiado, convertir en ídolo mediático al absurdo no hay por donde cogerlo, premiar actitudes machistas y violentas traspasan todas mis lineas hasta hacerme muchas preguntas, una de ellas, que es lo que hago yo aquí. Gran Hermano no son solo personas, son actitudes, siempre ha sido libertad, libertad para ver, para opinar, para elegir, cuando a ti te secuestran esa pequeña libertad no quiero ni pensar en manos de quién estamos cayendo, o lo que es peor...

¿Por qué...?