LA GALA DE LOS HORRORES

    Empezaba a sentirme un poco raro al pensar que esta edición estaba siendo demasiado teórica y que todo giraba en torno al miedo a las nominaciones, que la casa era un escenario de susurros de “ganchilleras” de patio vecina y que en realidad lo que pasaba en la casa era más bien poco en proporción a las expectación creada, cuando de pronto anoche se me abrieron los ojos y empecé a sentirme menos culpable. Si entre setenta mil personas que se presentan a los casting un discurso machista y homófobo  es razón suficiente para abrirle las puertas de Guadalix a un concursante es porque ellos tampoco están muy de acuerdo con lo que están viendo y también buscan algo diferente. Me los imagino repasando el video que nos mostraron ayer y viendo sus caras, oro puro se estarían diciendo los responsables, algo así es lo que necesitamos. Que contradicción el manual de colegio mayor y el morbo que anhelan de justo todo lo contrario, hipocresía lo llamaría yo.

  Christian se llama el nuevo concursante, tiene un restaurante, es peluquero y entrenador de fútbol de niños. Empezó el concurso con el cartel de expulsado y la gente en contra, lo empezó desde la peor posición que se puede comenzar un concurso de éstas características, a partir de aquí todo lo que le ocurra nunca podrá ser peor, al contrario. Si comparamos su entrada con la de Aristidín sucede el hecho inverso, éste entró con la etiqueta de lo bueno, lo mejor, y a partir de ahí lo que le sucediera solo podría empeorarse. Perlas como la de que es normal porque le gustan las mujeres, el hombre es superior a la mujer o si no tienen nada mejor que hacer que me cuiden es una memorable tarjeta de presentación para un concursante que como cometa algún descuido puede batir el record de Nagore con diferencia.

  La gala de los horrores la catalogaría yo. Pesada, repetitiva y aburrida. Todo giró en torno al mundo de los payasos, empezando por las propias payasadas de la presentadora que este año está en un papel díscolo y crecido invirtiendo mucho de su tiempo en un personalismo demasiado arrogante, y que aún así la prefiero a otras ediciones. Los payasos fueron los protagonistas del  “bodrioescenario” que construyeron para las nominaciones y aparte de liarse a tartazos poco más efecto produjeron, eso sí,  había un tigre.

  Cuando lo ves una vez, te hace gracia, cuando lo ves dos veces, puede que también, cuando la ves tres veces empiezas a dudar y cuando ya la ves siete veces no le ves la gracia por ninguna parte, eso es lo que me sucedió con la “apasionante” noche de los horrores. Creo que la expectación estuvo más en ver a los concursantes agobiados por el frio y el pensar en lo erróneo de la situación que estaban padeciendo que en las nominaciones en sí. Estamos en el mes de Febrero, en plena sierra, dos horas mojados por un puré de patatas mezclado con agua y asqueados, sin palabras. Sus rostros y sus cuerpos tiritando de frio y de asco lo dijeron todo.

   A todo esto hay que añadir la poca vista de condicionar las nominaciones soltándole el líquido elemento a la persona que acababa de estar siendo nominada, duró la duda tres minutos, a la tercera ya se dieron cuenta de todo, y pudo cambiar el sentido del voto de muchos de los concursantes que a partir de ahí se dedicaban a devolver las nominaciones como si en un partido de tenis se tratase. La noche, a partir de ahí entró en una dinámica repetitiva de dimes y diretes en torno a las nominaciones, si yo he nominado a tal, si ella ha nominado, si yo he tenido, si ya verás tú como, si no me lo esperaba, si  tal y si pascual, y aún habrá quien lo siga viendo interesante y lo denomine exaltación de intriga, sentimientos y emociones. En ninguna edición de GH se le había dado tanta importancia a las nominaciones como en ésta, éstas son las que condicionan toda la vida de la casa y las relaciones entre ellos, puñalada a la propia esencia con un miedo inusitado y un pánico cobarde a exponerse a la audiencia, señal inequívoca de la inseguridad que atenaza a cada uno de ellos y que poco a poco limita más su juego.

   Vero fue la expulsada como se esperaba con un setenta y cinco por ciento de los votos, de los videos de la gala me quedo solamente con uno, inédito para mí, que ocurrió cuando Marta y Sindi volvieron de la sala de nominaciones el lunes pasado y se vió a todos, absolutamente a todos los concursantes dirigirse a Sindi para felicitarla ignorando por completo a Marta, que desesperaba buscaba a alguien, aunque fuese uno solo que le diese un abrazo. De traca el falso compañerismo de esta gente. Marta en ese momento se ganó un puntazo en positivo a pesar de su inmadurez. La entrevista estuvo correcta, con una Vero complaciente y resignada y una Mercedes Milá condescendiente.

  La infantil rallada de Michael en su juego con la nueva al ver que se decantaba por Hugo  y Pepe llorándolo en el confesionario como un adolescente traicionado, la sensaciones contradictorias del páter en su necesidad y búsqueda de caricias y sus dudas en si debiera o no hacerlo y la famosa “competividad” de Pepe hicieron de teloneros a una gala horrorosa y previsible. Siete nominados, y según nuestra encuesta, Ochoa, la inefable Ochoa pudiera estar en peligro demostrando una vez más que nos estorban los siniestros por rabia y fobia más que por juego. Pepe tuvo en su mano la salvación de un concursante, se salvó él mismo, podría haber ganado el concurso anoche y sin embargo optó por un gesto poco apreciado por la audiencia, pero es Pepe y a él todo se le perdona. Estoy convencido que si hubiese sido Sindi, le hubiese salvado a él. En otros concursantes el gesto hubiese tenido peores consecuencias y podría haber sido definitivo, pero entre la persona que fue y el número de nominados, pasará desapercibido.