EL PRECIO DE LA MALDAD

    Son las tres de la madrugada, estoy viendo el veinticuatro y qué queréis que os diga... Nos quejamos todos los días que los primos suelen ser los primeros en ir a acostarse, pero es que viendo lo que estoy viendo, casi preferiría que estuviesen durmiendo ya, la verdad. No pienso gastar ni un renglón en ellos, en ninguno de los dos. Ni en Yolanda, que se ha “primotizado” y ha perdido toda la credibilidad. Será todo lo buena chica que se quiera, graciosilla y todo eso. Pero no. Hay actitudes que en un concurso como Gran Hermano donde las afinidades a veces te vienen por tu forma de comportarte, sencillamente te repelen y te tiran para atrás. Si, a veces, lo más tonto y nimio hace de tu concurso un auténtico fracaso por lo mal que lo has sabido gestionar. La empatía se gana con gestos, y todos los que atraviesan la pantalla que provienen de Yoli cuando está con el primo son negativos. Ha tirado por la borda un potencial enorme como concursante y como candidata por un amor no correspondido. Es que encima, un argumento tan vendible como éste no ha sabido ni aprovecharlo, su propia actitud la ha arrastrado hasta la incoherencia. Los espectadores no buscamos concursantes perfectos, pero si un poco valientes y con cierto sentido común. Yolanda ha renunciado a los dos por alguien que no merece la pena. No es que sea ella la repelente, es que él la arrastra y la contagia y a nosotros nos llega en el mismo pack como un adosado. ¿Amigos? ... Amigos, le responde él.

    Vaya, decía que no iba a emplear ni un renglón en eso pero no me he podido resistir. Hoy tenía pensado hablar de Omar y Paula por tercer día consecutivo, la semana lo requiere, y viendo la confusión que habían destilado las dos entradas anteriores quería explicar las cosas de otra manera. Nunca dije que los dos concursantes en la picota esta semana fuesen prescindibles, sí que han sido pésimos jugadores, que están agotados y que no van a dar mucho más de sí, que el papel otorgado por la organización los ha quemado mucho antes de tiempo. Digo que ambos han llevado trayectorias similares y que su papel nos ha venido de la misma mano, vidas paralelas dije, no concibo una casa sin Omar ni Paula, sin Omar o sin Paula, ambos han quedado marcados y la sombra de uno se presiente lo suficientemente alargada como para estar concursando sin la presencia de la otra y viceversa. Es lo que tiene el guión, que cuando ambos ejercen de protagonistas no se concibe la obra sin el uno o sin el otro. Y por desgracia, uno de los dos, esta semana se va a la calle. Omar le ha dado sentido a Paula y ésta ha sido quien ha diseñado la figura de Omar.

    Es admirable la batalla que se está llevando a cabo para salvar de la expulsión a uno o a otro. Es engordar para morir, una cuestión perentoria, concluyente y que va a dejar heridas de muerte, agotadas las reservas de cara a la cita realmente importante y bastante tocadas por un orgullo fácilmente maleable. Mi opinión que es la que de todas menos cuenta es que le ponía el billete en el bolsillo a los dos, de golpe y sin miramientos. Y no, no espero un gran espectáculo de los demás que quedan, pero abriría las ventanas de la casa y terminaría con cierto olor a naftalina que ya empieza a oler bastante mal. El bucle se está haciendo eterno y deseo por el bien y la salud mental de todos que llegue cuanto antes el jueves y se termine de una vez con la historia. Seguro que durante las cuatro semanas que quedan veremos otros brotes. No es culpa de nadie, el capricho del destino que lo ha querido así, Fran seguirá dentro y uno de los dos estará viéndolo desde su casa, pero claro, tenía que marcharse Vitín y ya no ha lugar para enmiendas, era lo que tocaba y así estaba escrito. Las quejas al maestro armero.

    Me hace gracia toda la artillería dialéctica que se está sacando para justificar lo que ya no tiene remedio, y es que en pleno siglo veintiuno se siga empleando como arma conceptos como el machismo o el maltrato para argumentar lo poco o mucho que nos gusta un concursante es como retroceder hasta la misma edad media donde convertir una opinión en una batalla moral, confundimos los principios con la rabia, la arrogancia con el orgullo y la buena con la mala educación, las formas no dejan de ser un problema de estado donde una sociedad tan perturbada y viciada como la nuestra ha de seguir premiando a los cobardes e hipócritas de corazón por encima de las posibilidades de cualquier tipo de gente normal, volvemos a la vieja y delgada linea clasista que delimita las fronteras entre el bueno y el malo, el mejor o el peor hablado. Argumento contundente que contradice nuestra propia realidad a no ser que estemos más ciegos de lo que creemos o queramos mirar hacia otro lado.

  Si tuviésemos que ser justos, el kilo de incompetencia en el concurso no tendría precio, sería inalcanzable y estaría fuera de mercado, sin embargo nos empeñamos en sacarle los ojos a quien más nos dan, siempre por desgracia ha sido así y encima luego les hacemos responsables a ellos y les marcamos casi de por vida, es una nueva forma de entretenimiento la vuelta al circo romano que ya dije ayer. Hablar es gratis, votar es más caro, elegir se ha hecho imposible, ser justos en un concurso como Gran Hermano es simplemente una utopía. Nuestra justicia terminará siempre donde empieza la de los demás y así nunca habrá dios que nos aguante. Estar enganchado durante la madrugada viendo a los dos primos a ver quien dice la tontería más gorda o asomarnos para ver cuando aparece Paula para ver la cara que trae o si mira bien o mal a Alejandra es para nota y encima mañana nos pondremos a discutir y no nos pondremos de acuerdo. Ellos se irán, porque así está escrito y así son las normas, pero no les echemos las culpas a ellos tampoco de nuestra incompetencia, a fin de cuentas solo es una cuestión de poder...

   Miro a la pantalla y veo a Azahara sin parar de hablar. Lleva un gran rato hablando sin decir nada. La cámara la sigue, su mano busca la de Juanma, les gusta el roce, el contacto, sin embargo no se atreven, tienen miedo. Omar está dicharachero, Luis conciliador, es todo chumichumi, amigos hasta la muerte y más allá... Yoli no deja de besar el cuello de Jonathan mientras este disimula hablando con los otros y moviendo la cabeza para todos lados como esquivándola, Alejandra tiene los pies tendidos y mira a uno y a otro, hablan del jueves, y de cuando salgan, de nada, en realidad están haciendo tiempo para irse a dormir. Cuando se vayan, seguro que lo lamentaremos y pensaremos en lo aburridos que son. El jueves, la audiencia ha de elegir entre echar a Omar o echar a Paula. Seguramente, porque han sido malos.