TELEVISIÓN Y REALIDAD

  La gala de anoche nos invitó a ver a través de ella lo que es Gran Hermano en esencia, nos radiografió la pureza del programa en dosis suficientes como para que nos hagamos una idea de lo que es por dentro, lo que se cuece y como se representa. De donde viene y hacia donde va. Nos mostró lo cierto, lo inexpugnable, todo aquello en lo que creemos y en lo que no, fue el reflejo mismo del pulso que desde hace años se viene manteniendo entre el soporte que lo mantiene y el que lo dirige. Siempre han ido de la mano aunque a veces hayan elegido caminos distintos, anoche fue de esas en las que la realidad te reconcilia con la verdad y la verdad con la televisión, en la que asumes que todo en ella es posible y que en ella todo cabe. Dos formas de pensar dos maneras de vivir. El divorcio se quedó aparcado por unas horas para fundirse en un objetivo común, como esos momentos en que te sientas a negociar los acuerdos de un convenio en el que ninguno de los dos salga perjudicado, tú cedes aquí y yo allá, tú ganas aquí y yo allí, se rubrica y una vez has salido por la puerta el aire de la realidad se te estampa de lleno en la cara. Eres libre, pero a qué precio, piensas.

 

 Esa simbiosis entre ficción y realidad  funcionó a la perfección, la televisión pide y la realidad otorga. Todo estaba preparado para hacer un gran espectáculo, de esos que la audiencia demanda y que muchos intuíamos iba a suceder. Todos los invitados en sus sitios y el guión preparado, se intuía en el ambiente la expulsión aunque a algunos incrédulos nos costase aceptarlo, nos sorprendió la urgencia de enviar a los nominados a la sala de confesiones y enseguida supimos la verdad, la entrevista iba a ser larga, cerramos los teléfonos decía la televisión siguiendo el guión, ya no hay marcha atrás, y entonces, fue cuando muchos nos dimos cuenta de que aquello todo estaba preparado.

 Pero ocurrió lo inesperado, la magia de Gran Hermano. Y en ese debate sobre quién se lleva la mejor parte, en la que una defensa avispada tira los papeles encima de la mesa y te hace dudar, en el que te enfrentas a tu destino y solo te espera claudicar, aparece la sorpresa, a veces ni te la esperas, es la porción de realidad que casi sin querer quien te defiende atina a dejar caer de soslayo y con la boca pequeña por si acaso. En boca de la madre de Igor se lo hizo saber, la dejó caer por si acaso y la presentadora solo tuvo que escuchar, seguramente no estaba en lo previsto el primer revés, intuimos que el juicio podría ser largo pero nunca supimos hasta horas después que quien al final se terminaría imponiendo sería la realidad a quien  esa mujer, en ese primer envite representaba. Mercedes entonces intuyó que la noche podría no salir según el guión previsto.

  Salió Igor  según tocaba y todo transcurrió con normalidad según lo previsto, todo parecía preparado. Advertencias como en las grandes ocasiones, si alguien se dirige a él las tendrá conmigo porque no se le puede hacer daño a ningún concursante bajo ningún concepto. Meras triquiñuelas de una mala defensa. Ya estaba todo listo para la sentencia y las pruebas sobre la mesa, una a una nos la fueron pasando y comenzaba el interrogatorio. La condena ya estaba escrita pero faltaba el alegato. Nos aburrimos un rato en la tediosa visión de aquellas pruebas manoseadas hasta el hartazgo mientras Mercedes tiraba de gafas, una y otra vez  su mirada se fijaba en sus papeles de forma repetida, como buscando esa puntilla que no terminaba de localizar, Igor se defendió bien y Mercedes  empezó a ponerse nerviosa. La sala callaba.

  Las pruebas iban pasando una tras otra mientras nos mandaban a la sala de confesiones para ver las nominaciones, la televisión tiraba de “cue” y de papeles, mientras Igor sonreía, por momentos hasta parecía estar divirtiéndose con todo aquello, en aquellos momentos la televisión iba por un lado desconcertada y la realidad por otro. A Mercedes en ese punto se la vio agotada, cansada, sin reflejos, consumida por una realidad inesperada, la frescura que representaba la realidad se manejaba bien en el temple de Igor mientras los puntos se iban decantando  hacia el lado de lo inevitable. Gran Hermano iba ganando con absoluta contundencia.  La presentadora viéndose acorralada tiró de recursos, Iván, Lorena, Miriam, Amor, Ainhara, los planos volaban de un sitio para otro mientras Igor aguantaba estoicamente las embestidas una tras otra. La realidad se estaba imponiendo a la televisión. No habría juicio. Igor ya habría pagado su condena mientras el fiscal nos dejó entrever muchas de sus costuras.

  Mercedes tiró de rabia y sabiéndose perdedora sacó sus últimas cartas, se las envió marcadas a Susana en una última y desesperada metedura de pata. No había sido su mejor noche. Igor al contrario,  crecido y envalentonado con esa dosis de realidad que le había inyectado la gala se atrevió a enviárselas marcadas a Sonia. De nuevo televisión y realidad unidas en Gran Hermano,  constantes y directos entrando por el socavón enorme habilitado para la edición, los concursantes mosqueados según las cartas y en la mesa de plató un montón de papeles medio perdidos y abandonados… el guión no había funcionado.

  Volviendo a la realidad, tres nuevos están nominados, Yessica, Adrián y Nacho. Ni una sola palabra sobre el robo del maquillaje de Argi que nos podría reconducir a la inexorable realidad de la televisión o el arte de lo posible, de la posible y más que probable nueva metedura de pata donde el inalcanzable y omnipresente gran ojo pudiese haberse visto sorprendido y sobresaturado por los acontecimientos. La resolución no ha sido ni medianamente clara, pero es el papel que le toca, el debe de la televisión que a veces se ve ampliamente superado por la realidad y le hace sangrar en momentos de debilidad. Ni las oscuras cortinas que “veletean” sobre las intenciones de los agradecidos videos mostrados de Desi o Sonia y Kristian podrán ocultar la viva realidad de lo que millones de ojos siempre podrán ver, y eso, aparte de la cruda realidad, sí que es la verdadera esencia que por supuesto, siempre ganará.