LA CASA DE LOS SUEÑOS

    Lo más importante de lo sucedido ayer en la casa fue la fiesta de los martes. Se les veía bastante contentos y animados, asumiendo como concepto el término animados que tienen ellos de estar animados. La prueba está siendo en consonancia con el resto, mucha parafernalia encaminada a sacar un buen vídeo pero poca prueba en realidad, imagino que al responsable no le va a faltar trabajo este verano y se lo rifarán en algún campamento escolar como animador, pero por favor si se puede para el próximo año que traigan otro si eso que tenga unas ideas un poco menos infantiles. La fiesta estuvo amenizada con una buena dosis de alcochol, (qué remedio), la música elegida por ellos (hicieron ellos mismos de dj) y una pantallita con algunos mensajes de twitter sacados del directo (a ver cual más malo, la verdad). Todo estaba discurriendo de forma normal y animada, utilizando el concepto anterior se entiende, hasta que un desafortunado accidente dio con el cojín circular en el tobillo de Yoli impulsado sin querer por Paula y que terminó con un moratón en el pie de la manchega. Hasta aquí, la detallada crónica de un día apasionante en el directo.

    Siempre me gustó como definición la casa de los sueños. Considero el programa como un medio bastante adecuado para lograrlos, pero en las dos ultimas ediciones he notado una cierta degradación del término. En esos sueños todos teníamos cabida, nosotros, quien posibilitaba de que se llevaran a cabo y ellos que hacían de transmisores. Los compartíamos  con ellos y nos hacían partícipes de sus vivencias o de sus deseos. Por circunscribirme a la presente edición he de reconocer que no me he visto copartícipe en ningún momento de ese silogismo, parece como si ese teatro de sueños se hubiese quedado estancado en aquel mítico “doze” más uno. Efectivamente estoy hablando de emocionalidad. Mucho hemos debatido sobre la falta de carisma en los concursantes de esta edición y esa falta de enganche, esa intensidad que le daría claridad al término en definitiva. Parecemos empujados a elegir por obligación, como abocados a cumplir con nuestra cuota y hacernos necesariamente con un favorito para no quedarnos totalmente desmarcados del juego en el que año tras año anhelamos participar.

  A pesar de todo lo hablado y escrito sobre la evolución de la audiencia no pienso que el problema radique en esta parte del muro, nuestra predisposición cada año es máxima y esperamos ansiosos esa empatía que nos una a algún concursante con los ojos cerrados. Esa química que nos sustraiga de nuestro entorno y nos haga vivir esos sueños en verdadera compañía junto a ellos. He notado cierta distancia este año, la suficiente como para establecer una frontera inexpugnable entre ellos y nosotros. No se trata de ninguna elección por compensación, tanto me das tanto te doy, se trata de cercanía, de vernos reflejados en ellos y en sus sueños, se trata de emotividad, siempre les hemos cogido cariño y hemos sufrido su encierro hasta implicarnos de lleno, confundirnos hasta el punto de que todo aquello que les pasara a ellos es como si a nosotros nos estuviese pasando, esa dicotomía que nos fluía desde dentro y nos hacía meternos en ellos hasta parecer uno. Este año he notado cierto rechazo, algo ha faltado o ha quedado pendiente que nos lo ha impedido, es una impresión pero la distancia parece que lo ha hecho imposible.

  Habrán tenido sus sueños pero jamás han querido compartirlos con nosotros, se han mostrado egoístas y apenas nos han tenido en cuenta, solo han alimentado su ego en función de sus propios intereses sin tenernos en cuenta para nada. Soy de no ir a aquellos sitios donde no se me quiere y he notado ese desprecio de darme con la puerta en las narices y volverme a mi realidad no teniendo más opción que observarlos desde lejos. Cada uno solo ha pensado en sí mismo, este año más que nunca han repetido una y otra vez lo felices que han sido por estar viviendo la experiencia... su experiencia. Casi seguro que lo habrán hecho, pero han cometido el error de no compartirla. Por contrato o por exigencias del guión hemos podido verlos a través de las cámaras más nunca por nuestros propios ojos, esos que nos indican sin necesidad de imágenes aquello que nos hace sentir.

   Las ondas que nos han llegado han sido teledirigidas, nos han mostrado aquello que ellos y solo ellos han querido sin darnos ninguna opción, nos hemos movido  más que nunca en la especulación sin saber si sería o no verdad, nos han vacilado o se han reído de nosotros, pero nunca, nunca se han mostrado. Hemos nadado siempre en un mar de dudas sin nadie que de verdad se nos desnudara por completo, nos hemos contagiado entrando en su juego y hemos caído en su trampa acomodándonos a sus limitaciones. Cada año, siempre es un clásico, al principio hemos afirmado con total seguridad que al final como siempre ha pasado terminarían por quitarse las caretas, este año no ha sucedido así, o jamás las han tenido o es que han sido tan simples que no han sido dignos de nuestras expectativas.

   Todo su concurso se ha basado en ellos, ellos y solo ellos. Nunca, en ningún momento han pensado en nosotros y si lo han hecho, o nos han infravalorado o nos han tomado por tontos. Ahora se nos reclama nuestra atención para, también por exigencias del guión, ponerle nota a su generosidad, a su exposición ante nosotros y a su verdad y nosotros, otra vez pardillos o tontos, encumbraremos a quien de verdad no se merece. Tendremos que dar un nombre, porque somos así de ilusos que todo nos lo creemos, haremos cumplir sus sueños y los elevaremos a una fama que no se han ganado. La desidia y el abandono por parte de la organización, tal vez tenga también algo que ver con ello y con su egoísmo, esa falta de química ha salpicado a todas las esferas y ha dejado la situación en una encrucijada de puro hastío, el divorcio entre las partes ha sido total y la falta de complicidad alarmante. Nuestra preocupación nunca ha sido escuchada, el egoísmo ha sido latente en todos los estamentos, en los tres, ellos han ido a lo suyo sin importarle nada de lo de fuera, los de arriba solo han optado por cubrir el expediente y nosotros tampoco hemos perdonado esa falta de implicación, la consecuencia seguramente será un pésimo recuerdo de la edición.

   Desde siempre hemos pensado que esa casa estaba diseñada para otra cosa, para un mundo de fantasías y realidades, siempre imaginamos que sus paredes seguirán siendo de cristal y ellos de otra pasta, que serían como nosotros y se nos permitiría mimetizarnos dentro de ellos, que seríamos invitados a ayudarles a cumplir sus sueños... o por lo menos compartirlos. No, no han dado la talla. La frustración llegada esta altura suele ser máxima y la decepción preocupante, de ahí que incluso seamos reacios hasta para conectar el veinticuatro horas, quedan diez días y sabemos de antemano lo que nos vamos a encontrar, un atajo de egoistas que se creen el ombligo del mundo pensando o discutiendo sobre la ropa que se han de poner, si su novio le estará esperando fuera o si ya les queda poco para volver a su casa. Creo que esa casa, la casa de los sueños, se merecía otra cosa. Nosotros, sus guardianes, también.