LOS OTROS

    Omar, Paula y Lucía ya tienen el cielo de GH ganado. Y la organización mientras, se frota las manos. Todo un filón han encontrado en ésta trama que a muchos espectadores ya empieza a cansar un poco. Hablábamos el otro día de hacer la goma, alejarse o acercarse, o hacer como que te alejas y de pronto das un tirón y te pones delante, eso es lo que se está haciendo con el trío. Ayer le dediqué mi entrada a la nada, protagonista indiscutible del día y de la noche. La gente lo ha estado comentando todo el día, seguramente fue uno de los días más negros de la edición. No pasó absolutamente nada, y eso, con quince personas y una cabra metidos en una casa, debe ser frustrante para las decenas de personas que dirigen el concurso entre bastidores. Había que reaccionar de alguna manera o las críticas serían importantes. A falta de otros argumentos, se volvió a estirar la goma y de nuevo se tiró de trama para dinamizar la casa, se agita un poco la coctelera, un meneo por aquí, un empujoncito por allá y ya tenemos portada para la entrada de hoy. De nuevo el trío ya nombrado en un primer plano. Pero no. Si es lo que se pretendía por aquí no vamos a pasar, aunque es cierto reconocer que todo queramos o no, en la casa gira alrededor de lo que gira.

   La sinopsis es muy sencilla, seguro que la tinta vertida y lo que queda al final va a versar sobre las mismas personas, no voy a eludir lo inevitable pero procuraré que se me note lo menos posible. Parece todo tan simple y previsible que procuraremos pasar de largo. Cada año le dedico el título de una entrada a la famosa película de Amenábar y éste no iba a ser menos, si al de hoy le añadimos el título de ayer, cualquiera que nos leyese de canto pensaría que nuestra temática en vez de Gran Hermano trataría sobre algún tipo de miedo o se encontraría delante de cierto blog especializado en terror. Lo del miedo estaría más que justificado si seguimos jugando tan al límite y arriesgando tanto con una edición que por lo que estamos viendo se está cogiendo con pinzas, estamos ante una versión muy vulnerable y hay que estar hilando muy fino si queremos mantener cierta expectación, se presiente cierta fragilidad en la confianza y luchamos todos al borde del precipicio, por eso insisto una vez más que me parece muy arriesgado que algo tan grande dependa de tan poco, y todos creo que me vais entendiendo. Tiempo tendremos, no es precisamente el día, o necesitaremos algo más que una sola entrada para poder sintetizar lo ocurrido.

   A la hora que estoy escribiendo esto, están Lucía y Omar de chumi chumi con todo el mundo, especialmente con Fran, no quería pasar este detalle por lo significativo que me parece después del extraordinario día que hemos llevado y algunos de los comportamientos que hemos observado. No sé por que extraña razón algunos teníamos el presentimiento de que después del día tan nefasto que tuvimos ayer, hoy iba a suceder algo. El jueves no queda tan lejos y el tiempo se agota para alguien, la necesidad de argumentos sólidos para la gala requiere de una inyección de lo que sea, un chute de adrenalina que finiquitara una prueba infumable y unos días tediosos y carentes de contenido. La urgencia era máxima. Ayer Alfredo de conversación con Omar y Lucía empezó a calentarse, Paula era el argumento, la pareja recurrió a su monotema preferido y Alfredo sacó su lado más gitano para demostrarles a ellos y al mundo su razón de ser en el concurso. Le estuvo dando vueltas a la cabeza todo el día, por la noche apenas pudo dormir y hoy amaneció con su idea madurada, le diría a todos quien es Paula para que todos lo supieran. Daría un golpe de efecto, un puñetazo en la mesa de valor y hombría, de sinceridad y de demostración hacia los suyos del porqué estaba él allí y todo lo que representaba. Omar y Lucía, hicieron el resto, ya le habían calentado la oreja, el resto era cosa suya.

  Luis, ya llevaba varios días madurando su plan. Lo había anunciado por activa y por pasiva, a nosotros y a todos y cada uno de los habitantes de la casa. No podía dejarlo más tiempo, el jueves está demasiado cerca. Los últimos días se había comportado de manera extraña, algo no le estaba saliendo bien. El acercamiento a Paula le había dado mucha seguridad, se había venido arriba, pero le hacía falta esa demostración de autoridad que le aupase hasta el primer plano, había demostrado su lado frívolo y ahora tocaba demostrar su valentía, era un reto para él, un reto de fuerza y de poder, lleva días dando codazos entre los demás y por unas cosas u otras aún no había podido convertir sus palabras en hechos, veía que se le escapaba el concurso por la boca y necesitaba, al igual que Alfredo, dar un puñetazo en la mesa para reafirmar su posición en el concurso, ya no hablo de Paula, ni de Fran, ni de los demás, sino de él mismo. Nadie había sido capaz de enfrentarse a ese miura llamado Omar, estaba predestinado y convencido de que ese papelón llevaba su nombre grabado, nadie lo podía hacer sino él. Y con la decisión de ese torero que lleva dentro, se lanzó al ruedo y cogió el toro por los cuernos.

  Dos hechos, dos historias. Después vinieron más. De la primera salió reforzada Paula. Alfredo cumplió su objetivo  después de cenar y con esa manía asamblearia de contarlo todo delante de todos, lanzó su discurso y le dijo a Paula que estaba haciendo todo un papelón. Así, sin anestesia ni nada.  Sus pulsaciones, que hasta ese momento habían estado a mil se calmaron, sopló y se quitó un gran peso de encima. Lucía y Omar entraron al quite y se hicieron dueños de la situación cogiéndole el relevo. El resto de lo que pasó apenas tuvo importancia, todo versó sobre un malentendido alrededor de la palabra perro, que tras escuchar los tres pronunciarla a Paula espiándola detrás de la puerta del confesionario, éstos se la llevaron a su terreno apropiándose de la frase y del contexto adecuándolos a sus intereses, tan sospechosos como provocativos. Se repitieron convencidos del golpe que le iban a asestar a Paula, buscaban la chispa definitiva que le hiciera prender, era una necesidad, una urgencia de Lucía para agotar sus últimos cartuchos. El argumento era tan débil como peregrino dejando sobre la mesa más dudas que razones, su patético comportamiento  fue fácilmente contrarrestado por una Paula convencida en lo que había dicho y segura de sí misma que aprovechó la ocasión para reivindicarse a sí misma.

   La otra había ocurrido a primeras horas de la tarde en el jardín. Luís pidió hablar con Omar para dejarle las cosas claras y decirle todo aquello que nadie se había atrevido hasta ese momento. La conversación fue ágil y se desarrolló de manera muy sibilina por ambas partes. La vehemencia con que el torero había anunciado sus intenciones se quedó en un diálogo distendido en que el torero le soltó su discurso por etapas y amanerando sus verdaderas intenciones, lo soltó todo pero de una manera demasiado maquillada prefiriendo conservar la estética de sus modales y suavizando de manera notable su argumento. Omar le respondió con maestría igualando sus formas y reconociendo sus errores, hecho que desconcertó al torero demostrando poca preparación para tan sutil reacción. Omar en las distancias cortas tiene tablas  y te mira directamente a los ojos, Luis se quedó en el intento pero para lo suyo le valía. La administración de lo que viniese después es otro cantar, cada uno lo utilizará a su antojo pero el episodio en sí, al igual que el anterior fue más ruido que otra cosa.

   La cuestión fue que el día se había calentado desde primeras horas de la tarde. La veda estaba abierta y solo quedaba el empujoncito. La dirección  anunció a la pareja la hora sin cámaras para esa misma noche al tiempo que preparaba una minifiesta para el grueso del grupo. La pareja cumplió, o eso creemos, la fiesta también. Paula que venía crecida de la primera historia, aquella que abrió Alfredo, se convirtió en el foco de atención de Fran. Había bebido bastante, se había venido arriba desde la asamblea y se encontraba conforme. El apoderado en un alarde de hipocresía dirigió su repetitivo y agotado discurso hacia la catalana a la vista de todos, volvió por sus fueros de padre protector y hurgó en su herida, Paula, susceptible tras el encontronazo de la tarde, no se amilanó y conservó su argumentación replicando al rosario de buenos consejos con una demostración de lealtad hacia ella misma ante las sugerencias de cambio por parte del apoderado que ella contestaba con un incuestionable “es que yo soy así” y no como él quería que fuese. La táctica del papelón se ha convertido en recurso fácil y reiterativo cuando no se tienen otras argumentaciones. Fran estuvo a la altura de lo que mucha gente espera de él, sobre todo algunos de dentro, cumpliendo a la perfección el papel que se ha buscado, pero a cada ocasión que se le requieren sus servicios se va dejando costuras por el camino, a cada momento se le va cayendo un poquito de esa máscara que ha inventado para concursar poniéndose a la altura de los demás pero desde encima de los demás.

   A algunos si tienen veinte años, se les puede engañar con palabrería fácil y cómoda, pero se infravalora a mucha parte de la audiencia. Se le cansa la boca dando consejos sobre el concurso y repitiendo el sitio donde están pero ignora a quien le ve a él sin ningún filtro de por medio. Su capa alargada de experiencia le está rentando dentro de la casa, pero cada vez siembra más dudas fuera de ella. Se enfrentó a Paula, y se la intentó llevar a su terreno para a continuación alardear de sabiduría suprema ante los demás.  Cansa mucho  aquellos tipos que alardean de decir las cosas claras, aquellos que se pasan la vida dando consejos, los encorsetados de espíritu que solo ven el bien en los ojos de su aprobación, cansan los protectores de las buenas maneras y la conducta recta,  cansan mucho los hipócritas, pero sobre todo hartan los que hacen de la buena intención de la gente un capricho a su antojo y los dirige hacia una sola dirección.

  Tres eran unos, Paula, Omar y Lucía, y tres eran otros, Luís, Alfredo y Fran.