BOFETADA DE REALIDAD

   

     Dieciocho rupturas en dos años de relación, son muchas rupturas. Tanto Lucía como Omar son víctimas de su propia historia. ¿Quién lo va a querer a él más que ella?. Omar a lo largo de su vida se ha visto abocado a crecer con muchas carencias afectivas, Lucía le ha dado lo que él no ha podido gestionar por sí mismo debido a sus circunstancias, la vida casi le ha obligado a mendigar ese cariño que le ha faltado. Muchas veces ha reconocido que gracias a ella él ha salido adelante, son síntomas evidentes de baja autoestima. Si no está ella, ¿Quién le va a ayudar? ¿Quién le va a querer o animar a seguir adelante?. A veces, se tergiversa la realidad, se fantasea con el hecho de que nos hacemos imprescindibles en la vida de otra persona, somos su salvador y gracias a nosotros han logrado cambiar, los hacemos dependientes. Eso en la vida de una pareja es sinónimo de sufrimiento y de frustración. Decía Omar, que de las dieciocho veces que habían cortado, ella había cortado diecisiete, y ésta última, solo una, había sido él. Venían a decir mientras hablaban que ella le había dado diecisiete oportunidades, y esa noche, le estaba demandando solo una. No quería perderle. Hay relaciones que te enredan de tal manera que aunque sepas que te está perjudicando te ves incapaz de escapar de ella, a veces, por mucho que lo intentes. Es evidente que si en dos años han roto dieciocho veces y han vuelto otras tantas, estamos delante de una relación tóxica.

  Todas esas rupturas producen un desgaste emocional importante con altas dosis de ansiedad y estrés, y dió la casualidad de que una de ellas se produjo justo tres días antes de entrar en Gran Hermano. En palabras de Omar, una ruptura definitiva, en boca de Lucía una pelea más de tantas que habían tenido. Es curioso como ante una misma situación, dos percepciones distintas o una evidente falta de comunicación. O no, lo mismo se trataba de un simple error de cálculo. Ella no calculó bien las consecuencias y él no calculó bien los antecedentes. Lo que sucedió a Lucía lo desconocemos, pero sí conocimos la reacción de Omar. Entró en la casa con la carta de libertad en la mano y pregonándolo a los cuatro vientos, además del añadido para él siempre importante de no ser el causante de todo. Todo lo que sucede alrededor de Omar, siempre llevará el sello de culpabilidad de los demás, la autoexculpación es uno de los principales rasgos de su personalidad. En Paula encontró la excusa perfecta, la razón definitiva para su liberación. Una huida hacia adelante, los muros de la casa le protegerían y le ayudarían en su misión.

   Lucía ha guiado los últimos años de la vida de Omar, hecho que él ha reconocido y de forma bastante agradecida además. Pero ahora no estaba ella. El azar ha querido que coincidiese su enésima ruptura con su entrada en la casa, hecho que él ha aprovechado para ponerse sus propias condiciones, ya no dependía de ella sino de él mismo, y lo iba a intentar aprovechar. La única manera de romper con su pasado reciente era hacerlo de forma radical, por el lado más complicado y duro, y dando un puñetazo en la mesa de su propio orgullo. Paula solo ha sido un conejillo de indias en la liberación de Omar, el juguete con el que ha experimentado. A simple vista pareciese como si para Omar todo haya sido un juego, un juego peligroso del que nunca calibraría sus consecuencias. Ha jugado a la realidad, y con la realidad no se suele jugar, pero eso él no lo sabía. Quiso hacer de Paula su Lucía particular pero con los papeles cambiados, ahora era él quien gestionaba la relación y Paula la dependiente. Era como si su propia vida hubiese dado un vuelco de trescientos sesenta grados, de dominado a dominante. Y ese juego le gustaba. Y disfrutaba. Incluso me atrevería a decir que hasta ganaba. Pero no era la realidad. Esta no entiende de juegos.

    La realidad puso a Lucía en su sitio. Le hizo ver sus errores y lo mal que había estado gestionando su relación con Omar. No se lo quería creer. Había sido muy difícil su relación, pero nunca creyó que peligrase, todo lo tenía bajo control hasta el punto de preferir no pasar los últimos días antes de entrar en la casa con su pareja, cosa inaudita, y estar con sus amigas. Omar se iba al concurso, y no sabía cuando iba a regresar, podían ser dos semanas o tres meses. Habían discutido y habían roto la relación, definitivamente o no, según cada uno su versión, pero el hecho de entrar a la casa fue interpretado de manera distinta por ambos y ambos le dieron distinta importancia. Lucía infravaloró a Omar y Omar acusó recibo. Entró a la casa dolido. Muy dolido.

    Lucía siempre había controlado la situación, había tenido mucha seguridad y por primera vez en su relación sintió miedo. A través de la pantalla de su televisión veía como todo ese poder que hasta ahora había tenido, se iba resquebrajando por momentos. No reconoció a través de ella a su pareja. No era el mismo y se asustó. Tuvo pánico de perder lo único de lo que hasta ese momento estaba segura. Fue una bofetada de realidad. Curiosamente lo que se estaba generando como un juego por parte de su pareja, ella lo percibió como verdad. Creo que fue la única persona que creyó realmente en la carpeta entre Omar y Paula, mucho más que ellos mismos. Y se asustó. Se dio cuenta de muchas cosas. La organización le dio la oportunidad y no lo dudó ni un instante. Ha habido mucha polémica sobre este asunto, Lucía hizo lo único que podía hacer, aprender y rectificar. A veces, es necesaria esa bofetada de realidad para darnos cuenta de qué queremos, cómo lo queremos y porqué lo queremos, y ella solo tenía una opción, entrar en la casa.

   Las mentiras, los desaires, los malos modos, la chulería solo eran fuegos de artificio. Ella lo tenía muy claro desde el primer momento. Intentó disimular pero no le funcionó, a las primeras de cambio se derrumbó por la presión y el miedo a perderlo que la atenazaba. Pero Lucía conoce mejor que nadie a Omar y siempre supo lo que tenía que hacer, ponerse delante de él y mirarle a los ojos. El juego de Omar se acabaría. A él le pasaría exactamente igual, son tal para cual, recordemos que ambos están atrapados en la red de una relación tóxica de la que es muy difícil salir. El paripé de Omar ofreciendo resistencia en las primeras horas era tan débil como evidente. Nunca había dejado de estar atrapado, lo que pasa es que los muros ya no le protegían.

    Paula es un daño colateral de la relación entre Omar y Lucía. La ventana que le ha permitido a Omar asomarse al mundo y darse cuenta de que tal vez algún día pudiera escapar por ella. Algún día. Se ha visto envuelta en un juego peligroso y ha sido víctima de una trampa urdida por Omar, ha sido utilizada de forma perversa por una persona sin escrúpulos que no ha dudado en hacer de sí mismo una caricatura de caballero andante. Ha abusado de su debilidad y ha jugado con su ilusión, ha manipulado la realidad a su antojo prometiéndole el cielo y regalándole sus oídos con falsas esperanzas, Omar es un prevaricador del concurso y ha jugado con Paula a sabiendas de que en cualquier momento sería descubierto. La ha dejado malherida y el riesgo y atrevimiento que ha asumido le va a pasar factura más pronto que tarde. Ha cometido un grave error que en Gran Hermano está muy penalizado, ha utilizado a una persona para su propia conveniencia y lo que es peor, ha intentado engañar a la audiencia.