La casa de Guadalix se ha convertido en los últimos dias en un enorme cluedo donde las habitaciones y las sospechas bailan al son de las conversaciones. Sin duda las cámaras no dejan de guiarse por un Yago brillante que se sabe centro del universo y eje de todo el funcionamiento. Su sibilinidad está siendo ejecutada con maestría y sus víctimas como sacadas del mejor casting posible. Hablamos aquí la semana pasada de su intencionalidad en el juego y su activa participación en la disputa entre Laura y Marcelo; Bien, como si del juego mencionado se tratase, de nuevo voy a elucubrar sobre un cuento, si, repito, cuento, que me voy a inventar y presentar cartas bajo sospecha escondidas tras las palabras.
La famosa disputa y la actuación estelar de Yago y todas sus consecuencias ha traido una segunda parte con cambios de posiciones y vueltas de tuerca que hacen oscilar la casa y sus habitantes en torno a Yago en movimientos rapidísimos y donde se ve un objetivo final. Hablamos la semana pasada de desestabilización y de caos donde alguien sacaría tajada de semejante historia, bien pues ahora en su continuación de lo que se trata es de aparentar visos de normalidad mientras todas esas consecuencias se van ajustando y repartiéndose en partes proporcionales. Repartirse el botín.
Yago una vez completada su fase de acercamiento a Marcelo y su posterior cisma, una vez finalizada por enésima vez la resolución de la pareja, decide por unas horas victimizarse y apartarse a reflexionar mientras no pasa desapercibido por nadie su automarginación, solo fueron unas horas, las suficientes para diseñar sus nuevos pasos. La mesa estaba servida en bandeja de plata y el caldo en ebullición, los detalles eran cuestión del servicio y tan buen anfitrión nunca dejaría pasar por alto semejante panorama, sírvanse ustedes mismos parecía decirle a cada uno de los invitados mientras iniciaba una agradable conversación con ellos para establecer el mejor clima posible.
En la otra punta, la mesa es grande, emerge la figura de Laura tapada con los candelabros y cuya participación en la tertulia parece imposible por la distancia. Ella observa mientras Yago sonrié y amabilísimo hace entrar en calor un ambiente propicio para la diversión. Marta y Terry son los invitados más cercanos y las confidencias con el buen vino comienzan a dar sus frutos, distraen la atención de los demás invitados que asienten con corrección al inicio de la velada.
Laura observa desde el otro lado de la mesa, y calla, sonrie y calla. En la otra punta el ambiente se desata y las confidencias pasan a convertirse en aceptación y miradas hacia la otra punta. Laura sonrié, se sabe centro de atención pero sonríe. El ambiente es agradable pero se puede intuir cierto aire de que algo va a pasar, mientras las risas atronan en una parte y en la otra se intenta disimular con cada vez más preocupación. La bacanal está a punto de comenzar y las puertas estan abiertas pero las intenciones están más que calculadas y no todo el mundo las atravesará.
Chapotean entre las sábanas mientras las luces se dirigen hacia el anfitrión, los cuchicheos son más íntimos y la complicidad mayor, estamos en una fase de preparativos donde las órdenes son claras y más o menos quedan cristalinas, mientras él se desentiende y pasa a ceñirse una toalla alrededor de su cintura los demás invitados prueban el agua, el ambiente es húmedo y al vaho del calor solapa y empañan los cristales sumiendo la estancia en una olla a presión donde nada parece distinguirse con absoluta claridad. Solo se adivinan los invitados aceptados y a los que se ha prohibido la entrada.
Cuento caótico donde nada es lo que parece pero las sospechas fluyen de la nada como simples chistes o bromas en algarabía mientras la otra punta estalla. Si decir entre bromas aquellas claves que otros quieren oir y sabes que no debes decir, las dejas como símbolos para que cada uno los descifre a su manera, hará su efecto, y a los de arriba les conviene. Todos contra Laura, es la consigna parece y de algo que jamás extraña a quien no quiera verlo sino asiente con convicción a la extraña velada con un magnífico anfitrión.
Las cartas esta vez si que están marcadas, Terry las sabe, Marta las sabe, abre el juego Marcelo mientras intenta defender a su reina, las espadas primero saben que tienen que dirigirse a él pero no importa, el caos es tremendo y el ejército cada vez más numeroso. Los cobardes asisten desde un segundo plano a ver como se desarrolla todo con su diadema de olivo puesta sobre su cabeza mientras “cayos y julios” abren camino a sus nombres y se disputan el tercero, que ahora sostiene césar de manera provisional. Ellos hacen méritos, mientras se intentan ganar el favor del pueblo llano que asiste esperpéntico y divertido a sus órdenes caprichosas.
No voy a entrar en aquelarres definitivos, solo observo la jugada, y el runrún de sables que amenazan a Laura por todas partes mientras su defensa se tambalea. La presión es tremenda y la revolución que se avecina bien pudiese ser deseada, Yago siempre se sirvío de bufones para sus risas y entiendo que insuficientes para la obra necesita de abrir la jaula de las fieras porque la fiesta se avecina importante. Laura resiste.