VIDAS PARALELAS

    No sé si alguien de los que me lean podrían contarme algo de la infancia de algunos concursantes, a excepción claro está de “la pareja de moda”, Omar y Paula. Es evidente que seguramente la mayoría la habrá tenido normal y eso no vende. No sé si ese elemento del juego ha sido concienzudamente introducido por la organización o ha salido de los propios concursantes pero para el caso es lo de menos. Contamos con ello como lo que es, un elemento más del juego y como tal lo hemos de tener en cuenta, no creo que sea algo definitivo si no es para comprender mejor el propio comportamiento de estos dos concursantes. Los antecedentes son similares por lo que hemos podido deducir, problemáticos aunque por circunstancias distintas. La falta de afectividad parece ser el denominador común en la historia de ambos, el hecho de haber tenido un complicado pasado bien pudo haber sido un elemento de unión entre ambos dentro de la casa, ese nexo que sirviese de encuentro durante aquellos primeros días de flirteo mutuo y ese lazo que los uniese después para empezar su relación.

   Ambos establecieron una relación y ambos se apartaron del concurso durante el tiempo que esta duró, le fue bien al programa para lo suyo, es decir para lo de siempre. Si mal no recuerdo, fue una sospechosa carpeta desde el principio en la que poca gente creía, unos concursantes que se nos atragantaron y que al poco tiempo de ya estar justificando su modus operandi se habían convertido en hostiles para gran parte de la audiencia que empezaba pronto a cansarse de ellos y de sus cosas. Su papel en el concurso durante ese tiempo fue nulo de hecho y a excepción del ya manido morbo de saber cuando y cómo se produciría la famosa escena de la ducha poco más nos ofrecieron. La organización, en la búsqueda de acción no tardó en introducir el elemento Lucía como vértice de un triángulo que la audiencia seguía sin ver claro del todo. La entrada en la casa de Lucía nos sorprendió a todos e introdujo unos argumentos inéditos en la trama por cuánto todos la creímos y caímos en su trampa de querer ir a concursar y pasar desapercibida. La cosa no fue así y pronto nos dimos cuenta de que la película iba a ser exprimida hasta sus últimas consecuencias. Mientras tanto se produjo la famosa noche donde Omar y Lucía se reconciliaron. Una noche sublime para los espectadores y con los tres como protagonistas.

   A partir de ahí entramos en una fase incómoda para Paula, donde la tensión hacía subir los decibelios a cada paso que daban, fue unos momentos difíciles que fueron aprovechados bien por la cadena para ir fraguando la leyenda del victimismo de Paula, la pobre niña abandonada por su pareja. Omar y Lucía salieron de la escena y se dedicaron a vivir su idilio al margen completo del espectador, el único punto de encuentro con el concurso se reducía a los típicos encontronazos a tres, siendo acentuados en galas, resúmenes y debates con una cuidadosa preparación por parte de la productora de unos montajes espeluznantes. Tras la marcha de Lucía, Paula, que ya había sido encumbrada por la organización fue poco a poco amortizándose con posibilidades infinitas, aunque el esperado acercamiento a Omar les traicionó y todo quedó reducido a dos o tres encontronazos dialécticos. Omar volvió a desaparecer del concurso encerrándose en Alfredo y Vitín y no dando apenas juego salvo el morbo de saber cuando se produciría el próximo altercado con Paula.

    Paula abrió un nuevo frente y se acercó a Luis, empezando una nueva relación entre ambos de tipo pseudoamistoso, sus conversaciones surrealistas, los juegos de niños diurnos y unas estampas sospechosamente calculadas debajo de las sábanas fue todo lo que pudo dar de si, y así hasta nuestros días, donde parece que un nuevo horizonte de celos de la hawaiana nos abría un poco el apetito y daba excusa para sus frecuentes salidas de tiesto. Las expulsiones de Lucía, Alfredo y la reciente de Vitín y el acercamiento de Alejandra han sacado por un tiempo a Omar de su ostracismo y nos ha regalado algunas secuencias de disputa últimamente sobre todo con Luis y con Fran. El nombre de Alejandra ha ido desde los comienzos pegado a ambos por diversas circunstancias, en origen los celos de Paula que hizo que Omar saltase contra la manchega y la enfilara en su punto de mira y la necesidad de ésta de poner tierra por medio entre las dos, nos dieron algunas disputas para las cámaras. El acercamiento de Ale hacia Vitín y por inercia hacia Omar ha reavivado su separación de nuevo con Paula y viceversa. El último episodio de celos poniendo la excusa de las manos de Luis no ha hecho sino abrir de nuevo la brecha. Podría ser que este hecho le haya abierto los ojos a los editores y hayamos abierto un nuevo triángulo teniendo en cuenta la más que probable salida de Omar del concurso el jueves, un triángulo entre Luis, Paula y Alejandra a cuenta de las más que probables paranoias de la rubia. Todo es posible para dar los últimos coletazos.

   Esta historia que es la historia de la edición no hace sino recordar el pobre papel vivido por ambos protagonistas durante el concurso, han sido carne de cañón de unas cámaras y argumento estrella de una obra no ideada por ellos sino arrastrados hacia ella. Han sido vidas paralelas, leiv motiv de un guión improvisado según se iban dando las circunstancias y aprovechados y exprimidos hasta el máximo. Dos personajes totalmente amortizados, en las últimas y víctimas de su propio agotamiento. Lo único que nos queda es disfrutar del espectáculo que nos proporcionan sus discutidas formas, poco argumento para un deseo tan grande y la tragedia que hay montada a su alrededor. Todo lo que les concierne y gira alrededor de ellos últimamente se ha disparado hasta la magnificencia, se les está encumbrando de manera ficticia y sospechosa, cuando en realidad han sido dos títeres al servicio de la productora para salvarles el culo. Lo dije ayer y me reafirmo, dos pésimos concursantes que no nos han dado absolutamente nada nuevo, solo han sido carnaza de escarnio y a los que hemos sometido como fieras en la arena, y seguimos haciéndolo, levantamos o bajamos el pulgar, es hora de las conclusiones que es cuando se suele llegar al final y todo parece como si estuviera por comenzar. Como si la verdadera guerra acabase de comenzar. O perdonamos o los enviamos a los leones, y la grada parece que está dividida, no solo nos conformamos con haberlos sangrado sino que los queremos ver agonizar hasta terminar de verlos morder el polvo.

   Es la sentencia de muerte la que está encima de la mesa, la prolongación de una excusa pasajera para nuestro divertimiento, ahora son lo más y estamos dispuestos a jugárnoslo todo con tal de que su leyenda, su falsa leyenda continúe aunque sea una semana más.