CONJETURAS EMPÍRICAS

  En esta semana tan rara, en todos los aspectos, hoy empezaremos al revés. Por la casa. Y es que cuando se ahuyentan los murciélagos aún permanece el eco de sus ultrasonidos, a veces hasta percibidos en braille. Nada nuevo en este universo por otra parte. El bucle de Meritxell, la pantomima societaria de Bea y Rodrigo o la fábula de Miguel intentando recuperar los puntos perdidos tras el desplante de Adara la noche del jueves pasado. Nada ha cambiado. Anoche hubo fiesta. De cinco. Meri discute con Alain de lo suyo, Bea discute con Rodri de lo suyo también y Miguel que encuentra en todos ellos la panacea de todos sus males sin olvidarse de Adara. Meri le dice a Rodri que lo ve favorito junto a Bea, Meri le dice a Miguel que no entiende como Rodri puede estar en la final, Miguel se lo cuenta a Rodri y Rodri pide explicaciones a Meri. Meri acusa a Miguel, Rodri la paga con Bea por no decírselo si lo había oido. Lo dicho. Cosas de la final. Y creo que me extendí bastante. Es Gran Hermano.

  Si todos nos leyéramos a nosotros mismos en algún momento llegaríamos a la misma conclusión, pero somos igual de enrevesados y complejos que el concurso y nos gusta ir mucho más allá de nuestra propia simpleza, no paramos ni descansamos día tras día hasta llegar a nuestra propia contradicción. Entonces si, entonces parece que hemos alcanzado la meta de querer transmitir aquello tan sencillo que queríamos decir que en el fondo no es ni más ni menos que lo que piensa la inmensa mayoría. Eso si, el camino podemos adornarlo con más o menos florituras, impulsividad, vehemencia, dulzura, positivismo o negatividad, incluso inteligencia. Gran Hermano es un concurso promovido, creado y realizado por una empresa privada, y no conozco ninguna empresa que no busque su propio beneficio. Sería la única del género tonto. A partir de ahí podremos elaborar toda la literatura que queramos y darle las vueltas que nos apetezca que el resultado que obtengamos no va a variar ni un ápice la intención de la empresa.

 Esta edición ha sido un fracaso. Y ahora podemos enzarzarnos en pedirle cuentas al maestro armero si queremos, que ningún blog, ninguna red social, ningún comentarista o ningún concursante ha tenido nada que ver en este fracaso. Cuando una empresa planifica su campaña lo hace pensando en su rentabilidad y de su proyecto dependerá el resultado. Normalmente cuando las cosas salen bien y los números son satisfactorios podríamos decir que todo ha funcionado bien, si es al contrario es que algo no ha funcionado tan bien. Tengo la impresión que este año a tenor del seguimiento que hemos hecho día a día del concurso las cosas no han ido tan bien. Lo complejo de Gran Hermano es que no es un programa transparente al cien por cien, lo que significa que quizás no podamos rebatir los números finales o los valores que la misma empresa maneja para concluir la campaña en éxito o en fracaso, lo mismo la tendencia generalizada para la mayoría de espectadores, prensa, analistas, etc. etc. ha sido de fracaso y el baremo utilizado por ellos en cuanto a datos de audiencia, publicidades o recaudación económica ha sido todo un exitazo. Nunca la podremos saber, lo mismo esa impresión que mucha gente tiene es la equivocada y en la planta noble se están frotando las manos... Es el lado oscuro del programa.

  En este caso solo puedo hablar de “suposiciones” una vez más, si, como siempre hago en muchos aspectos de Gran Hermano, porque por mucho que he intentado buscar datos objetivos o argumentos científicos que me demostrasen lo contrario en torno a ciertos criterios que hemos tenido de Gran Hermano a lo más que he llegado ha sido a que todo lo que hacía o decía GH era cierto porque si no lo fuese “no lo estaríamos siguiendo...”. Nunca la fe había tenido tanto de empírico.

  Solo en base a la experiencia de los años podremos establecer nuestras propias suposiciones, también en base a la gente que nos rodea que no es poca cosa. No es Gran Hermano un programa en el que pueda medirse su fracaso o su éxito por un hecho concreto o puntual en un momento determinado, sino por el compendio de una serie de factores, por supuesto todos empíricos, que hace que la edición sea finalmente aprobada o rechazada por una inmensa mayoría. Lógicamente haya sido mejor o peor en el cómputo general habrán existido momentos buenísimos a la par que malísimos que no tiene porqué desvirtuar el resultado final. Es como ese alumno que en un examen de diez preguntas resuelve dos de manera brillantísima dejando las restantes ocho en blanco. Imagino que no querría ni plantearse el aprobado.

  Algunas son las causas que me invitan a pensar en el fracaso de la edición como resultado final aún no habiendo terminado todavía. Por un lado la idea que los actuales responsables de GH tienen de Gran Hermano: Todo proyecto para ser bueno o rentable ha de partir de una idea que se pretende realizar y de unos objetivos que se intentan cumplir en base al desarrollo de esa idea. Mi impresión es que han basado la presente edición en una idea equivocada de concurso basándose única y exclusivamente en experiencias anteriores que más o menos les salieron bien aún habiendo recibido múltiples críticas y no logrando ninguna unanimidad en el concurso. Me refiero como no a la filosofía de la carpeta. Se ha enfocado la edición en base a una única y primordial idea, la carpeta. Para ello se propuso un casting con un perfil enfocado al objetivo. Chicos y chicas más o menos monos, solteros o con relación poco asentada que por sí solos hiciesen surgir las tramas en torno a la principal idea. Mala decisión.

 Cada año es diferente y cada concursante es diferente, el remanente de otras ediciones te pueden dar señales de lo que gusta o no y la repetición de tramas hacen fácilmente caer en la tentación de no pensar en “otras cosas” si había salido bien otras veces, no tener ningún plan alternativo preparado hace que el hastío por repetitivo cale enseguida en la gente, no hay historias nuevas sino que se repiten una y otra vez, esta edición ya la habíamos visto antes podría pensar cualquiera, de antemano ya empezamos rechazando una idea que de novedosa tiene cero. Mala planificación. Burda y rácana, torpe y arriesgada, se supone que los concursantes no deben ser marionetas al dictado sino personas que sienten.

 Gran Hermano ha dejado de ser desde hace ya algunos años un programa especial. Único y excepcional, aquel que cambió el sentido de la televisión y todo el mundo hablaba de él, que conmovía y llamaba la atención para engrosar un tiempo previsible dentro de una parrilla saturada de realitys, solo es un capítulo más de la lista que la cadena tiene programado para su cartel anual, tres meses GH, tres meses Vip, tres meses Supervivientes, el verano para reposiciones. La gente está saturada de programas del mismo corte, y aunque han intentado preservar el anonimato como seña de identidad, la estructura del concurso apenas se diferencia de los demás, los operadores externos que lo apoyan suelen ser los mismos y la promoción exacta, incluso presentadores y colaboradores. Todo queda diluido en una filosofía al uso de corte mercantilista, sesgando la propia idiosincrasia que siempre ha tenido Gran Hermano.

 La elección del presentador ha despojado al programa de su rostro más identificativo cambiándolo por una figura que irremediablemente va ligada al famoseo y la farándula, justo la antítesis de GH, con la elección de Jorge Javier se ha certificado la “salvamización” del formato. Aquello por lo que tanto se estuvo luchando desde el universo Gran Hermano. Ha sido un cañonazo en toda la linea de flotación de la historia del programa por todo lo que el nuevo presentador representa para el mundo de la televisión.

  Las tramas ha venido deterioradas desde la misma idea, cuando se espera que surjan de manera espontánea y natural han florecido desde la especulación con la propia idea, hay cosas que se notan en demasía y se fomentan desde antes de empezar, los concursantes ya van con una idea preconcebida que le restan naturalidad, las carpetas tienen éxito hay que formar carpeta, el propio programa las alimenta con dosis especiales de protagonismo lo que hace del día a día una repetición frustrante de historias artificiadas. Las diferentes pruebas parecen sacadas de un manual de campamento solo ideado para jóvenes adolescentes, sin ningún tipo de recato en cuanto a la petición de un mínimo esfuerzo y cero competitividad entre ellos mismos lo que las hace tediosas y aburridas hasta el sopor. El mal manejo de la comida con dependencia de esas pruebas hace que la misma sea un capítulo inerte y de poca incidencia en la convivencia, los concursantes se acomodan a la despensa entrando en una fase de dejadez voluntaria y aletargamiento.

 La saturación de repeticiones, tres galas de cuatro horas más los programas satélites, el directo y toda la maquinaria de Mediaset al servicio del programa saturan la información dejando poco resquicio para las sorpresas, el avance de las comunicaciones a través de las redes sociales y la información instantánea hace que el público siempre vaya por delante de la propia información oficial y cuando esta es transmitida a veces llegar tarde y mal, sin embargo las galas se suelen ajustar a esa información y entregada con desfase y bastante sobreseída, lo que las hace demasiado previsibles.

  Como alternativa a la idea de la carpeta se han intentado algunas resoluciones poco estudiadas y bastante inoperantes o incluso dañinas para la propia edición, se ha improvisado en exceso y se ha ido a salto de mata, el club, el contraclub y la casa paralela han sido ideas poco maduradas y han resultado un fiasco total, aún así se ha insistido en ellas hasta la saciedad sin ser capaces de reaccionar. Tras el fracaso de la carpeta, la convivencia misma se ha contagiado de su inutilidad y han surgido los extremismos verbales, sin argumento alguno ha surgido los caracteres contraprogramando la propia convivencia, broncas o aburrimiento, enfrentamientos o silencio dando pábulo a una nueva situación inesperada y llevada al límite por los mismos concursantes, el programa desnudado de su idea principal nunca supo reaccionar viéndose sobrepasado por las circunstancias, de la nada surgió un monstruo inesperado y que ha devorado a la mismísima convivencia, pillándolos a todos con el paso cambiado.

 De dicho tsunami surgió la esencia misma de Gran Hermano, el propio carácter y la personalidad de los concursantes y todo de repente se volvió incontrolable. Se fue de las manos y nada estaba previsto. Se reaccionó como de costumbre de manera torpe y torticera, con censura y charlas aleccionadoras para terminar con decisiones salomónicas en vías de recuperar el equilibrio perdido y tomado como un golpe de estado por parte de la audiencia. Los concursantes responsables se van a la calle de la forma que sea con el fin de restablecer el orden equilibrado. Decisiones sin precedentes disfrazadas de nominaciones disciplinarias y votaciones singulares, con porcentajes estrambóticos que rayaban la irascibilidad y cuyo culmen lo vimos en las famosas tres llamadas que cerró un ridículo sin parangón en la historia de la credibilidad de la televisión. Creo que me estoy pasando, solo son razones subjetivas nada demostrables por supuesto y sujetas a simple conjetura empírica. Por supuesto, la verdad, es lo que digan ellos...