UNA LUZ EN LA OSCURIDAD

  Ya dijimos en su día que Álvaro había dotado a la casa de ese punto de madurez y sensatez de la que había estado adoleciendo. Su concurso puede que no sea definitivo por las circunstancias de su accidente, quizás su presencia no sea la más deseada por la audiencia pero es innegable que su aportación al concurso en este tramo final ha sido determinante para la relación entre los concursantes. Ha llevado a la casa ese mensaje de sentido común y de realidad que los de dentro jamás pudieron captar ni por asomo. No habla mucho, es más bien irónico, pero tiene ese punto de la oportunidad para hacer llegarnos a nosotros esa sensación de verdad y de lógica. No siempre es certero en sus apreciaciones, a veces se deja llevar por su emocionalidad y sus intuiciones suelen ser demasiado evidentes aunque acertadas,  quizás por momentos peque de una diplomacia excesiva que nos haga frenarnos un poco con él. No ha abusado de su información sino que la ha administrado con inteligencia. Es posible que haya estado algo tibio en algunas fases de su concurso y no  haya arriesgado mucho su presencia, se ha dedicado a lo que mejor sabe hacer que es observar, sus formas le otorgan un respeto inalterable tanto dentro como fuera de la casa pero quizás le haya faltado ese punto de valentía necesaria para asestar un golpe de autoridad definitiva.

   Ha encomendado su concurso a los demás y eso por una parte está bien porque lo llevará lejos, pero ha renunciado a ese golpe definitivo de implicación que le pudiese aupar a lo más alto. No se ha expuesto a ganar, conformándose con la merced de la permanencia, ha buscado el buen rollo, la conciliación, la experiencia, pero le ha faltado un algo que nos hubiese terminado por atrapar, es como si voluntariamente hubiese optado por mantener una cierta distancia entre el concurso y él, como ese hombre de negro al que la organización haya enviado para estabilizar un poco el presupuesto de un concurso dejado de la mano de dios. Ha aportado la cordura suficiente como para que todo el mundo se dedicase durante un poco de tiempo al menos a pensar. De su mano ha venido otro Gran Hermano mucho más reflexivo y pausado, ha calmado ánimos y ha sido refugio de paz para muchos concursantes exaltados y un tanto marginados, ha sido el Ghandi  de la edición, el confesor necesario en el que descansar la conciencia de muchos, ese remanso de tranquilidad necesaria en el que apoyarse, en  eso quizás ha estado soberbio dándonos una lección magistral de saber hacer y estar, lo mismo debería haber abusado más de un temperamento que quizás no posea o no vaya con él, a la edición le ha faltado chispa y en él tampoco la hayamos podido encontrar. Quizás le haya sobrado un poco de túnica.

  En torno a ese equilibrio que él le ha otorgado a la edición ha girado éste fin de semana interesante en la casa. Su protagonismo ha venido por exclusión, la casa ha notado mucho la ausencia  de concursantes con cierto poder como el de Sonia y los gemelos y ha sufrido un cambio cualitativo en su comportamiento. Quizás resulte menos activa la presencia de los concursantes, el tempo se haya ralentizado y la dinámica se haya vuelto menos vehemente, pero ha adquirido un plus de frialdad que nos está resultando más que interesante debido al momento en que nos encontramos, a la puerta de la mismísima final. Ahora todo parece tener muchísima más influencia, una palabra, una gesto, una actitud, una conversación pueden ser definitivas, todo parece ser mucho más importante. Y ahí, si que es posible que destaque mucho más una presencia como la de Álvaro. Se ha convertido en el eje necesario entre las dos facciones que gobiernan la convivencia. La fiesta de la madrugada del sábado estuvo repleta de simbolismos, más bebida sin miedos y una diversión menos impostada hasta que Raki decidió terminar con ella en un episodio más que discutible. Nos dejó la imagen de una Susana mucho más libre, de un Igor bastante marginado y solitario y de un Kristian acobardado repartiendo besos y abrazos a diestro y siniestro dejando entrever un miedo excesivo ante su nominación.

  La madrugada del domingo estuvo escenificada por  las distintas conversaciones que se sucedían de forma simultánea en la casa. Álvaro enciende por momentos la luz a aquellos que parecen dudar y le da a Susana esa seguridad que por momentos adolece con un simple clic, ésta decide ir a hablar con Igor y expresarle sus dudas con respecto al otro grupo. Deja al descubierto cosas que todos intuíamos y decide pasar a la acción, no se fía de las actitudes mostradas por Kris y por Juan Carlos en los últimos días respecto a ella y conforma un acercamiento con Igor en el que le expresa sus dudas sobre su comportamiento. Igor le repite argumentos ya tratados y solo le pide que abra los ojos. La mecánica no es nueva, tanto los de un bando como los de otro, pero el momento quizás si, nos encontramos en un momento crucial donde las analogías han de ser revisadas y confirmadas. El resultante solo se irá viendo con las horas, pero fue significativo el acercamiento sobre todo entre ambos, de la misma forma que la alianza entre Kris, Juan Carlos y Raki empezó a sospechar ya de forma definitiva de la murciana, como había estado manifestando a lo largo del día. Las espadas están en alto y los disimulos ya parecen haber entrado en la historia. Hay un elemento de vital importancia que es el que han puesto a modo de frontera y es la posible próxima expulsión de Kristian. Susana no deja de pedir confirmación sobre sus dudas, sobre Juan Carlos y sobre todo de Kris, intuye cosas y poco a poco entre un Álvaro omnipresente y un Igor en cuarentena le ayudan a clarificar su perspectiva. Es la mejor lectura de dicha madrugada.

  Solo son comportamientos puntuales pero que como he dicho antes, asumen por el momento en que nos encontramos una mayor trascendencia. Todo puede ser variable, y máxime cuando aún no sabemos como se va a llevar a cabo la final, no sabemos aún si se va a volver a abrir la casa para los más uno y volverá a entrar de nuevo, la propia Sonia, los gemelos o a saber y todo pueda volver a dar un vuelco final. Lo que es evidente es que la expulsión del próximo jueves puede  despejar mucho el panorama. Si es Kristian el expulsado no habrá dudas que una de las facciones habrá resultado eliminada casi por completo, adjudicándose Igor el mayor protagonismo y presentándose perfectamente preparado para disputarle la final a una Susana que por ahora presenta la mejor candidatura. Álvaro y Desi, optarían para ese tercer y cuarto puesto que tendrían que lidiar con el concurso inexplicable de una más que favorecida por las circunstancias Raki.

  Se me antoja muy desigual la confrontación entre las dos facciones que ahora mismo gobiernan la casa. El grupo de Kristian vive un tanto de las rentas del poder absoluto que han ejercido durante tanto tiempo, pero las circunstancias se han ido precipitando con tal vértigo que todo parece indicar un  vuelco absoluto. El exterior ya parece totalmente decantado y el interior se está destapando minuto a minuto, la susceptibilidad de Kristian hacia Susana no hace sino confirmar el temor del cambio, los pilares sobre los que se asientan sus restos son más bien débiles y fáciles de atacar tanto desde dentro como desde fuera, Raki y Juan Carlos no parecen ser rivales temibles, y la actitud de Desi, con quien se podrían tener algunas dudas creo que al final terminaría claudicando al propio efecto Álvaro, del que no me cabe ninguna duda que se afianzará en el bando de  Igor y Susana.

  No es fácil explicar el resurgir de Igor. No sé si serán méritos suyos o deméritos del otro grupo, pero lo que es innegable es que toda la campaña llevada a cabo en su contra le ha podido favorecer de algún modo y ha sabido administrarla bien y sin apenas hacer esfuerzo, por la inercia de la propia lógica del concurso. No es el talismán de lo más querido, pero sí que se ha podido convertir en un símbolo contra lo más odiado, el paladín a quien se ha puesto como escudo ante lo que no se quería y era rechazado. Se le ha utilizado como blanco del verdadero poder que se esconde tras Susana y el recuerdo de Argi, una avanzadilla del verdadero triunfo que se oculta tras un sospechoso y retorcido final, pero las circunstancias lo han puesto ahí y él no ha desaprovechado su oportunidad.