Ayer hablaba de la aburrida semana que habiamos pasado con los de la casa y me refería a la poca motivación que denotaba alrededor del programa a éstas alturas, con un Pepe más que autosuficiente y poco mas allá que contar. Anoche en la gala nos regalaron con un intento desesperado por reconducir la situación con la entrada de Dani Rubio y Marusky por un lado y de Orlando y Gema por otro. La confianza es ciega y algo se nos escapa a los espectadores que de nuevo nos privan de averiguar el origen de semejante confianza, lo cual es de agradecer para los que vivimos esto con interés y andábamos ciertamente huérfanos de esa esencia perdida últimamente.
Múltiples lecturas acompañan a dichas entradas, y sin querer caer en el tópico de las contradicciones, quizás la demostración de que para un buen espectáculo solo es necesario unos buenos actores que lo lleven a cabo la sola visualización de un affaire Orlando-Gema y un bucle activado por la inercia Dani-Marusky nos arrancó cierta sonrisa. Meten actores con un papel predeterminado y unos objetivos evidentes, trazamos las lineas por donde ha de discurrir la acción y solo nos queda esperar a que todo ocurra como estaba previsto. De nuevo vuelven a errar, y no me cabe que después de once años de gran hermano aún no se haya aprendido lo suficiente como para saber que eso jamás ocurre así. El juego riñe con el espectáculo, el morbo resulta contenido si existe cheque por medio y las ganas de estar el mayor tiempo posible delante de las cámaras harán lo posible para que todo circule por caminos totalmente distintos a nuestras posibles pretensiones. Supongo que esa misma contradicción tambien formaría parte de toda esa esencia que nos une, y solo la extracción de innovadas percepciones si las edulcoramos en el entorno que tenemos y con los habitantes de la casa le daría cierta vida a toda esa pasión que nos desborda a veces.
Duelo de titanes, si nos basamos en el juego, describiría yo al rol de inteligencias que nos han metido unidos en el mismo escenario. Por un lado Dani Rubio y por otro Pepe, la esencia del concurso en sí contra el hambre de desmontarla. Dos animales del formato que con sus peculiaridades lo desarmaron en su día, un choque de trenes con objetivos diferentes unidos frente a frente, dos conceptos diferentes de ver el juego y de vivirlo. Lástima que a Dani le pille todo un poco sobrepasado el tinglado, pero al aceptar el reto se autoexamina de muchísimas cosas tal y como está haciendo Pepe. Los dos defienden causas diferentes mucho más allá del valor del dinero y ya solo nos queda lo que el paso del tiempo nos pudiese ofrecer de ellos mismos.
A Pepe ya lo venimos observando días, y hemos podido comprobar que su actitud permanece intacta; a Dani las primeras referencias nos avisa de un posible heredero de aquel famoso Mayo del 68, acorbatado y acomodado y que decide asumir en primera persona su particular Rubicón con Gran Hermano. Quizás en su estructura mental renazcan de las cenizas muchas incógnitas que en su día no pudo o no supo demostrar, quizás un inexplicable lavado de imagen que no viene a cuento para nada al carecer de sentido alguno, o quizás unas ganas de demostrar no se que al propio formato y que le condicione su participación.
Los concursos de ambos fueron distintos, los tiempos tambien. Dani dividió el entorno GH trazando una linea de hipócrita moralina rechazada y aplaudida al mismo tiempo, se rebeló contra lo establecido junto a sus compañeros y pusieron el formato patas arriba, cosa que muy poca gente le ha perdonado aún. Fue acusado de dinamitar el programa al igual que Pepe, pero la diferencia entre ambos estuvo en que uno lo hizo para ganar y el otro para divertirse, uno contó con el mayoritario apoyo del público y el otro no. Ambas posturas fueron polémicas, una aceptada y la otra rechazada. Pepe rompió esquemas desde lo políticamente correcto y Dani desde lo incorrecto. Aún hoy en día y con el transcurso del tiempo no se ha comprendido aún por mucha gente, donde estaba semejante línea de separación entre el juego y la diversión, entre el largo y el corto plazo, entre el pensar en fuera de la casa o el pensar en sí mismo. Dos conceptos difíciles de evaluar y difíciles de asumir. Pepe fue reconocido por todos, Dani solo por unos cuántos románticos de la libertad que asumieron su rol y se negaron a claudicar ante lo aconsejable. Dani fue un rebelde de sí mismo y eso gustó, Pepe fue un rebelde del programa y también gustó.
Hoy los tenemos a los dos en la casa. Seguramente seguiremos viendo al mismo Pepe de siempre, ese que todos conocemos; pero muy pocos observarán los silencios de Dani desde fuera y solo uno los observará desde dentro…. y ese será Pepe. Y cuando digo observar, no digo mirar sino comprenderlos. Solo los que en su día lo conocimos bien desde el naranja como fondo e interminables borracheras de ron a altas horas de la madrugada podremos leer esos silencios y algunos a su vez también terminarán por comprender el verdadero valor de una buena charla de madrugada sin que el consuelo de unas meras palabras sirvan de entretenimiento y seducción.
No tengo ni idea del Dani que me voy a encontrar. Lo mismo la nostalgia me juega una mala pasada y espero al de entonces, pero deberia ser consciente que nada ni nadie es igual a entonces. Me conformaré con esos silencios estudiándolos a todos y que Pepe siga pensando ahora con más razones.
Poco espero sin embargo de la otra pareja. El morbo es gratuito y la imaginación no tiene límites. Meter a estos dos para que no arreglen diferencias puesto que no las había (a que premio optan?) sino para que se lien y sacien la dosis diaria de autoconsumo televisivo y rumorología al dente, entre dos amigos que se aprecian y se respetan, que rompan cualquier vínculo amistoso con una tercera parte y engorden las sobremesas con dimes y diretes es poco menos que tacharlos de tontos. El cartel es muy previsible y si hubiesen querido ya lo habrian hecho sin cámaras delante, por eso decía al principio la pura contradicción entre lo que se promulga y lo que se desea.
El concurso adquiere tintes de parecer concurso cuando todos sabemos que no lo es pero ya les vale el hacer creérselo y mantener la maquinaria viva durante unos dias, mientras la estética de ver a gente como Pepe, Dani, Gema, Jorge, Ana Toro, Raquel López deambular por la casa y parecer que concursan en Gran Hermano de nuevo le da un punto emocionante a todo éste lio y hasta de competición por momentos, revivir recuerdos o reencontrarse con ellos de nuevo delante de la pantalla no podemos negar que tiene su “aquello”.
10 de marzo de 2010
9 de marzo de 2010
TIEMPO DE ESPERA
Como en cualquier sala de espera los chascarrillos nos sacan a veces de la rutina más inútil, viendo pasar las horas hasta que definitivamente llegue el momento. Suponer el momento esperado a que llegue tu turno o el final de una larga espera cogida entre alfileres en un tiempo mantenido de forma forzada. Pocas sorpresas nos quedan o pocas esperamos que no sea la decisión final. A veces el tiempo se hace eterno si la inactividad, la rutina o la monotonía nos persigue por cada rincón de esa casa de sueños efímeros. Cuando la convivencia se nos antoja tan forzada como en un cuartel cualquiera y solo la visión encantadora de un cheque nos pudiese aliviar de semejante esfuerzo donde las palabras brotan como por obligación, las miradas a cámara desconfiadas y aunque nos inventemos movimientos raros ente compañeros, el hastío de una agónica espera se nos podría estar haciendo demasiado cuesta arriba.
En el fondo apelamos a nuestro propio voyeurismo tentando a la suerte para que nos diera algo sobre lo que contar, algo que ver o algo que esperar que no sea la propia inercia de un epílogo demasiado extenso, que aunque camuflado de reencuentro nostálgico, solo nos sirvió de telón de temporada. No sé porque extraña razón casi todos los reencuentros suelen ser efímeros dibujando una extraña curva de expectación morbosa en su inicio para caer en un picado vertiginoso según nos pasan las horas. Sin pretensión de querer engañarnos a nosotros mismos el premio bien nos importa un bledo y solo ese ansia de espectáculo que nos hubiese tenido entretenidos durante cierto tiempo nos mantuvo expectantes, pero el azar quiso derivarlo en juego y éste se nos está haciendo eterno. Para jugar hay que estar motivados y si nuestras pretensiones no eran las de jugar para que prolongarlo. Nos está pasando como a ellos a diferencia de que ellos aún sueñan con la numeración de ese sueño llamado cheque que a nosotros poco nos importa.
Asistir a promociones individuales como espectadores pasivos aumenta el desinterés general, saber a ciencia cierta que nada hará cambiar nada, que casi tenemos hasta podium causa-efecto y recurrir a conversaciones intrascendentes propias de compañeros de oficina solo nos trae como consecuencia lo que hemos tenido durante esta semana, sopor, tedio y aburrimiento por mucha escenografía histórica que nos quieran adornar. Esto se muere y nada ni nadie lo puede casi parar. Los momentos no son los que eran, las personas cambian, aprenden y nuestra capacidad de ser sorprendidos la mantenemos intacta y reciente desde la última edición. Los guionistas no están muy por la labor y un cierto tufo moral quedó en el ambiente como residuo de hace más bien poco como para provocar cierta reacción a lo que estamos observando. Ya nos hemos cansado de dirigir los oportunos dardos a quien correspondía y no sé a que esperamos. Nadie quiere mover nada de aquel gran primer error al anunciarnos que ganaría la pareja que dirimiera sus diferencias, no han sabido reconducirlo ni siquiera con una improvisación al uso, solo nos han abierto las puertas para que nos asomemos con la boca callada, observemos, miremos y asistamos al apagón final.
Ahí estamos…. Aún expectantes a la espera.
En el fondo apelamos a nuestro propio voyeurismo tentando a la suerte para que nos diera algo sobre lo que contar, algo que ver o algo que esperar que no sea la propia inercia de un epílogo demasiado extenso, que aunque camuflado de reencuentro nostálgico, solo nos sirvió de telón de temporada. No sé porque extraña razón casi todos los reencuentros suelen ser efímeros dibujando una extraña curva de expectación morbosa en su inicio para caer en un picado vertiginoso según nos pasan las horas. Sin pretensión de querer engañarnos a nosotros mismos el premio bien nos importa un bledo y solo ese ansia de espectáculo que nos hubiese tenido entretenidos durante cierto tiempo nos mantuvo expectantes, pero el azar quiso derivarlo en juego y éste se nos está haciendo eterno. Para jugar hay que estar motivados y si nuestras pretensiones no eran las de jugar para que prolongarlo. Nos está pasando como a ellos a diferencia de que ellos aún sueñan con la numeración de ese sueño llamado cheque que a nosotros poco nos importa.
Asistir a promociones individuales como espectadores pasivos aumenta el desinterés general, saber a ciencia cierta que nada hará cambiar nada, que casi tenemos hasta podium causa-efecto y recurrir a conversaciones intrascendentes propias de compañeros de oficina solo nos trae como consecuencia lo que hemos tenido durante esta semana, sopor, tedio y aburrimiento por mucha escenografía histórica que nos quieran adornar. Esto se muere y nada ni nadie lo puede casi parar. Los momentos no son los que eran, las personas cambian, aprenden y nuestra capacidad de ser sorprendidos la mantenemos intacta y reciente desde la última edición. Los guionistas no están muy por la labor y un cierto tufo moral quedó en el ambiente como residuo de hace más bien poco como para provocar cierta reacción a lo que estamos observando. Ya nos hemos cansado de dirigir los oportunos dardos a quien correspondía y no sé a que esperamos. Nadie quiere mover nada de aquel gran primer error al anunciarnos que ganaría la pareja que dirimiera sus diferencias, no han sabido reconducirlo ni siquiera con una improvisación al uso, solo nos han abierto las puertas para que nos asomemos con la boca callada, observemos, miremos y asistamos al apagón final.
Ahí estamos…. Aún expectantes a la espera.
3 de marzo de 2010
UNA NUEVA GALA DE LA CASA
La gala de anoche estuvo en la linea descendiente de las últimas, mucho ruido y pocas nueces. Anoche le tocaba el turno a Melania, antes le habia tocado a Arturo y a Carol. Que poca originalidad en el ataque apelando de nuevo a moralinas de catecismo y dejando de nuevo las eternas costuras corportativistas al descubierto con toda la desfachatez del mundo posible. Sin el mínimo temor al ridículo de nuevo en noches como esa le abren la puerta de la jaula a las hienas que hambrientas se lanzan como posesas para restregar su particularísima verdad impoluta a modo obligatorio por las mentes libres de lo espectadores. Sin pudor alguno recurren una y otra vez a su contradictoria versión de los hechos soslayándolos a su capricho y manejándolos con total impunidad ayudados en la cobardía de una superioridad de medios.
Debe ser una nueva estrategia en los medios actuales el atacar al indefenso para crear opinión, saltándose a la torera cualquier mínimo atisbo de libertad de expresión o de ideas sin que te juzguen, te acusen y culpabilicen de cualquier cosa que no compartas. Para ciertas cosas, solo te cabe solo una, o piensas como ellos y te adhieres a su causa renunciando a ser tu mismo o te expones a las consecuencias de una persecución en toda regla sutilmente preparada y estudiada. Anoche todos sabíamos de antemano como iba a transcurrir la entrevista a Melania, eso es lo más triste de todo. Al populacho hay que seguir dándole pan y circo para mantenerlos entretenidos no vaya a ser que piensen y nos dejen en cueros. Por suerte hay quien todo esto se lo toma a broma, que es la única manera de tomárselo sin caer en la necesidad de indignarse ante semejante escarnio público hacia alguien que no te cae bien ni a ti ni a tus amigos.
Preguntar en voz alta a la plebe sumisa que cuántos de los allí presentes hubiesen deseado estar dentro de la casa ante el abandono de Melania es un golpe bajo que tambien se pudo haber formulado en los mismos términos el día que abandonó su amiga Indhira. Culpabilizar a Melania de la salida de tiesto de Bea responsabilizándola de lo que ellos mismos no supieron parar es echarla a la arena ante las fieras hambrientas deseosas de espectáculo sin más reconocimiento que el porque si. Asumir por enésima vez el victimismo de Indhira como justificación a su pésimo concurso es olvidarse de cualquier mínimo sentido de autocrítica razonable; de nuevo tuvo su nuevo momento de gloria sacando su cliché preferido de su patentado y superaburrido todos contra mi.
He de reconocer que Melania estuvo ciertamente miedosa o alucinada con lo que estaba sucediendo en plató, cosa normal conociendo su carácter y una vez más supo mantener el tipo ante semejante esperpento con una sonrisa en la boca. Fue elegante en sus conclusiones de la situación que estaba viviendo y a la cual no daba crédito, bordeando la genialidad en su contestación a Indhira con un simple “no me acuerdo de nada” que la dejó helada y desconcertada a su defensora. Esa debería ser la respuesta común, la ignorancia, para personajes como esos que viven de su victimismo más absurdo. Bea quedó al descubierto ella misma como ya esperábamos, rozando lo patético por momentos con su más que previsible actuación ante Melania. Pareció por un momento aquello un tanto surrealista, viendo por un lado a Mercedes, Bea e Indhira en un lado con el apoyo del público y por otro a Piero y Melania alucinados de lo que estaban viendo. A unos con ganas de sangre y a otros con ganas de que terminara pronto aquello para irse a sus casas a vivir su vida alejados de todo ese circo. Lamentable.
Significativos me parecieron los videos-enganche que nos mostraron y que dejaron una vez más al descubierto el corto camino que dista entre el holiganismo y el sentido común. Ver a Almudena en su discusión con Ana por hablar con “sus enemigos” y echarle en cara semejante despropósito; la estampa de un cada vez más ridículo Nico enfrentándose a un Andalá vulnerable con sus poses de machito para a continuación veletear con Ainhoa, discutir con Ana o pasarle la mano a Pepe por la espalda habla mucho de la hartura y la pose de este personaje; la actitud desquiciante de Ainhoa repartiendo lecciones aprendidas de Pepe a su compañero Nico o las formas con que Pepe se dirige a Raquel tratándola como a una niña pequeña a quien le tiene que perdonar la vida cada vez que habla con ella solo son muestras de la ligereza con que se mueven las distintas personalidades ahí dentro. De la que sin duda está saliendo reforzada una más que coherente e inteligente Ana dispuesta a jugar sin hacer daño y divertirse con quien sepa aceptar su juego. Tres veletas equivocadas son Almudena, Nico y Ainhoa que nadan entre tinieblas teniendo excesivo miedo a que la sombra de Pepe se alargue demasiado.
Mención aparte merece la discusión entre Pepe y Ainhoa, sacando ambos su fuerte carácter y desestabilizando ésta a ese excelente jugador hasta el punto de hacerle perder los estribos y el norte por momentos quedando totalmente descolocado y fuera de sí. Perdiendo todo ese control del que siempre ha presumido y dándonos una muestra más de su incomodidad en la casa aunque todo le vaya saliendo bien. La lástima es que después Ainhoa se asustara de semejante reacción y no marcara su territorio porque no le interesara. Advierto cierta sobreactuación en Pepe en algunos momentos determinados, demasiada soberbia subterránea y un mucho de suficiencia en la que se encuentra a gusto, pero cierto comportamiento extraño nos hace pensar que sostiene dudas sobre su actuación y que navega entre aguas resbaladizas, cosa que algunos no estan sabiendo aprovechar, permitiéndole el camino libre hacia el premio sin apenas resistencia. Sigue sin gustarme su superioridad.
Las absurdas reglas de este concurso no-concurso dieron con los huesos en la calle de la pareja Andalá-Amor, dejando todo el campo libre a los “happy” a quien de un plumazo se le han ido los enemigos. Que divertido resulta ver la casa repleta de “buenos” a los que hay que añadir a Jorge y Maria José para disimular un poco el esperpento. Con las ansias de buenrollismo que han entrado y las alfombras rojas a los pies de los que quedan, el tener que soportar las tonterias de Nico, la supermegaguay e hiperdivertida Almudena en contraste con la amargura de Pepe o las salidas de tiesto de Ainhoa juegoperonojuego solo nos queda Ana como posible nueva víctima o esperar a que los nuevos hagan algo aunque sea poco. Pepe sigue por libre, esa casa le viene pequeña, aunque ahora lo mismo nos sorprende y se inventa un enemigo nuevo que bien pudiera ser él mismo. Total.
Debe ser una nueva estrategia en los medios actuales el atacar al indefenso para crear opinión, saltándose a la torera cualquier mínimo atisbo de libertad de expresión o de ideas sin que te juzguen, te acusen y culpabilicen de cualquier cosa que no compartas. Para ciertas cosas, solo te cabe solo una, o piensas como ellos y te adhieres a su causa renunciando a ser tu mismo o te expones a las consecuencias de una persecución en toda regla sutilmente preparada y estudiada. Anoche todos sabíamos de antemano como iba a transcurrir la entrevista a Melania, eso es lo más triste de todo. Al populacho hay que seguir dándole pan y circo para mantenerlos entretenidos no vaya a ser que piensen y nos dejen en cueros. Por suerte hay quien todo esto se lo toma a broma, que es la única manera de tomárselo sin caer en la necesidad de indignarse ante semejante escarnio público hacia alguien que no te cae bien ni a ti ni a tus amigos.
Preguntar en voz alta a la plebe sumisa que cuántos de los allí presentes hubiesen deseado estar dentro de la casa ante el abandono de Melania es un golpe bajo que tambien se pudo haber formulado en los mismos términos el día que abandonó su amiga Indhira. Culpabilizar a Melania de la salida de tiesto de Bea responsabilizándola de lo que ellos mismos no supieron parar es echarla a la arena ante las fieras hambrientas deseosas de espectáculo sin más reconocimiento que el porque si. Asumir por enésima vez el victimismo de Indhira como justificación a su pésimo concurso es olvidarse de cualquier mínimo sentido de autocrítica razonable; de nuevo tuvo su nuevo momento de gloria sacando su cliché preferido de su patentado y superaburrido todos contra mi.
He de reconocer que Melania estuvo ciertamente miedosa o alucinada con lo que estaba sucediendo en plató, cosa normal conociendo su carácter y una vez más supo mantener el tipo ante semejante esperpento con una sonrisa en la boca. Fue elegante en sus conclusiones de la situación que estaba viviendo y a la cual no daba crédito, bordeando la genialidad en su contestación a Indhira con un simple “no me acuerdo de nada” que la dejó helada y desconcertada a su defensora. Esa debería ser la respuesta común, la ignorancia, para personajes como esos que viven de su victimismo más absurdo. Bea quedó al descubierto ella misma como ya esperábamos, rozando lo patético por momentos con su más que previsible actuación ante Melania. Pareció por un momento aquello un tanto surrealista, viendo por un lado a Mercedes, Bea e Indhira en un lado con el apoyo del público y por otro a Piero y Melania alucinados de lo que estaban viendo. A unos con ganas de sangre y a otros con ganas de que terminara pronto aquello para irse a sus casas a vivir su vida alejados de todo ese circo. Lamentable.
Significativos me parecieron los videos-enganche que nos mostraron y que dejaron una vez más al descubierto el corto camino que dista entre el holiganismo y el sentido común. Ver a Almudena en su discusión con Ana por hablar con “sus enemigos” y echarle en cara semejante despropósito; la estampa de un cada vez más ridículo Nico enfrentándose a un Andalá vulnerable con sus poses de machito para a continuación veletear con Ainhoa, discutir con Ana o pasarle la mano a Pepe por la espalda habla mucho de la hartura y la pose de este personaje; la actitud desquiciante de Ainhoa repartiendo lecciones aprendidas de Pepe a su compañero Nico o las formas con que Pepe se dirige a Raquel tratándola como a una niña pequeña a quien le tiene que perdonar la vida cada vez que habla con ella solo son muestras de la ligereza con que se mueven las distintas personalidades ahí dentro. De la que sin duda está saliendo reforzada una más que coherente e inteligente Ana dispuesta a jugar sin hacer daño y divertirse con quien sepa aceptar su juego. Tres veletas equivocadas son Almudena, Nico y Ainhoa que nadan entre tinieblas teniendo excesivo miedo a que la sombra de Pepe se alargue demasiado.
Mención aparte merece la discusión entre Pepe y Ainhoa, sacando ambos su fuerte carácter y desestabilizando ésta a ese excelente jugador hasta el punto de hacerle perder los estribos y el norte por momentos quedando totalmente descolocado y fuera de sí. Perdiendo todo ese control del que siempre ha presumido y dándonos una muestra más de su incomodidad en la casa aunque todo le vaya saliendo bien. La lástima es que después Ainhoa se asustara de semejante reacción y no marcara su territorio porque no le interesara. Advierto cierta sobreactuación en Pepe en algunos momentos determinados, demasiada soberbia subterránea y un mucho de suficiencia en la que se encuentra a gusto, pero cierto comportamiento extraño nos hace pensar que sostiene dudas sobre su actuación y que navega entre aguas resbaladizas, cosa que algunos no estan sabiendo aprovechar, permitiéndole el camino libre hacia el premio sin apenas resistencia. Sigue sin gustarme su superioridad.
Las absurdas reglas de este concurso no-concurso dieron con los huesos en la calle de la pareja Andalá-Amor, dejando todo el campo libre a los “happy” a quien de un plumazo se le han ido los enemigos. Que divertido resulta ver la casa repleta de “buenos” a los que hay que añadir a Jorge y Maria José para disimular un poco el esperpento. Con las ansias de buenrollismo que han entrado y las alfombras rojas a los pies de los que quedan, el tener que soportar las tonterias de Nico, la supermegaguay e hiperdivertida Almudena en contraste con la amargura de Pepe o las salidas de tiesto de Ainhoa juegoperonojuego solo nos queda Ana como posible nueva víctima o esperar a que los nuevos hagan algo aunque sea poco. Pepe sigue por libre, esa casa le viene pequeña, aunque ahora lo mismo nos sorprende y se inventa un enemigo nuevo que bien pudiera ser él mismo. Total.
2 de marzo de 2010
NACIDO PARA GANAR?
O Pepe es muy listo o los demás son muy tontos, pero toda esta dicotomía insalvable entre él mismo y cuántos hayan osado a presentarse en el mismo concurso en la edición que sea se me antoja un tanto peligrosa. Elevar su figura al súmmum de lo extraordinario y argumentar cualquier acto suyo como cátedra dentro del concurso, sería tecnificar en exceso un programa basado en la convivencia, renegar de todo personalismo en que se basan los dos puntos primordiales del programa, la realidad de ser uno mismo y la aceptación de quien los valora. No tenemos parámetros cuantificables suficientes para justificar un acto sin caer en la subjetividad de quien lo hace. La interpretación de ese mismo acto es tan abierta que se me antoja suicida y solo la aritmética es capaz de dilucidar si un acto es mayoritariamente aprobado o rechazado con el riesgo de parcialidad que ello conlleva. Lo mismo hemos entrado en una nueva era de chikilicuatres útiles para cualquier concurso y hemos sucumbido a la tentación de exaltar a alguien a capricho o a la carta.
Decir que Pepe va dando lecciones de la vida o del concurso a cualquier valiente que ose escucharle, rebajándolo hasta el infinito con su saber y haciéndolos pequeñitos a la sombra de árboles que ensombrecen cualquier atisbo de claridad que no sea la suya, es poco menos que rendir culto a un ente extraordinario o pensar que la ignorancia es el común denominador de cuántos habitantes pululan a su alrededor. Hacerlo extensivo a quien desde fuera se asombra del sentido común viene a ser más o menos lo mismo con la salvedad de aplicar el deseo de transformarlo todo en cátedra y repetirnos que listos somos, o lo que es peor, que tontos son los demás.
Como si las cualidades de cualquier concursante hubiesen venido preestablecidas con número de serie y la inteligencia se pudiese valorar según para que cosas y no pudiese ser sustitutiva de cualquier otra virtud. Si la actuación de Pepe en el concurso fuese digna de análisis y extraer su comportamiento para utilizarlo en cualquier escuela de ganadores como ejemplo, fuese eficaz, estaríamos creando un rol artificial de concursante de Gran Hermano y los podriamos probar con los demás concursantes para perfeccionarlos cual robot imaginario.
El discurso es clásico de jugador aventajado que ha vivido en primera persona cosas que otros tal vez no hayan podido vivir o experimentar, basándose en su propia experiencia del concurso se atreve a establecer las bases del secreto del éxito, dando por sentado un resultado que siguiendo sus normas no dudaría en certificar. Se olvida Pepe del carácter dual de la esencia de Gran Hermano, juego y realidad. Toda la convivencia y lo que ello conlleva de no depender de uno mismo más el añadido de la palabra “vivir” al que continuamente se apela desde fuera no debería pasar desapercibido por tan excelente jugador. Toda la convivencia gira en torno a un objetivo, ganar, y en base a esa premisa cualquier comportamiento ha de estar supeditado dentro de esa convivencia alterando el orden natural de las cosas, aunque se manifieste lo contrario. Nacido para ganar Gran Hermano es la imagen que se nos da y haciendo añicos la naturaleza misma del concurso, dejando en segundo plano cualquier metodología que acompañe a la propia convivencia. Lo mismo es que es eso lo que queremos. El ver a cualquier persona insatisfecha porque no le salen las cosas como desea y preocupado en exceso del resultado del juego es perfectamente entendible en la parte del juego que le toca, pero no seria mejor plantearnos la cuestión desde el equilibrio entre la convivencia y el juego?.
Pepe nos ha dado muestras de ser excelente jugador, pero tambien nos las ha dado de llevar su rol hasta tal extremo de jugar hasta incluso con la convivencia, podriamos decir que estamos ante un extraño obseso del juego llevado hasta sus últimas consecuencias. Es eso lícito o tal vez deberiamos de dudar de su planteamiento?. Lo que es evidente es que se le permite anteponer el juego a su propia convivencia y la de los demás, él utiliza sus armas de manera inteligente, sus compañeros de juego quedan envueltos en la red creada por él con excepciones, que supeditan una buena convivencia al juego, o en todo caso, vivir. Premiando su actitud es indudable que se elije al jugador, pero se elije al mismo tiempo a la persona, o como él mismo plantea, estas quedan supeditadas al juego?.
La fractura entre juego y convivencia es evidente, a algunos ésta les ha pillado en fuera de juego y solo se dan cuenta una vez en la calle, otros optan por vivir según les place olvidándose del juego y otros acercan la convivencia al juego simulando pasar inadvertidos.
Menudo dilema, a quien premiamos al jugador o a la persona?
Decir que Pepe va dando lecciones de la vida o del concurso a cualquier valiente que ose escucharle, rebajándolo hasta el infinito con su saber y haciéndolos pequeñitos a la sombra de árboles que ensombrecen cualquier atisbo de claridad que no sea la suya, es poco menos que rendir culto a un ente extraordinario o pensar que la ignorancia es el común denominador de cuántos habitantes pululan a su alrededor. Hacerlo extensivo a quien desde fuera se asombra del sentido común viene a ser más o menos lo mismo con la salvedad de aplicar el deseo de transformarlo todo en cátedra y repetirnos que listos somos, o lo que es peor, que tontos son los demás.
Como si las cualidades de cualquier concursante hubiesen venido preestablecidas con número de serie y la inteligencia se pudiese valorar según para que cosas y no pudiese ser sustitutiva de cualquier otra virtud. Si la actuación de Pepe en el concurso fuese digna de análisis y extraer su comportamiento para utilizarlo en cualquier escuela de ganadores como ejemplo, fuese eficaz, estaríamos creando un rol artificial de concursante de Gran Hermano y los podriamos probar con los demás concursantes para perfeccionarlos cual robot imaginario.
El discurso es clásico de jugador aventajado que ha vivido en primera persona cosas que otros tal vez no hayan podido vivir o experimentar, basándose en su propia experiencia del concurso se atreve a establecer las bases del secreto del éxito, dando por sentado un resultado que siguiendo sus normas no dudaría en certificar. Se olvida Pepe del carácter dual de la esencia de Gran Hermano, juego y realidad. Toda la convivencia y lo que ello conlleva de no depender de uno mismo más el añadido de la palabra “vivir” al que continuamente se apela desde fuera no debería pasar desapercibido por tan excelente jugador. Toda la convivencia gira en torno a un objetivo, ganar, y en base a esa premisa cualquier comportamiento ha de estar supeditado dentro de esa convivencia alterando el orden natural de las cosas, aunque se manifieste lo contrario. Nacido para ganar Gran Hermano es la imagen que se nos da y haciendo añicos la naturaleza misma del concurso, dejando en segundo plano cualquier metodología que acompañe a la propia convivencia. Lo mismo es que es eso lo que queremos. El ver a cualquier persona insatisfecha porque no le salen las cosas como desea y preocupado en exceso del resultado del juego es perfectamente entendible en la parte del juego que le toca, pero no seria mejor plantearnos la cuestión desde el equilibrio entre la convivencia y el juego?.
Pepe nos ha dado muestras de ser excelente jugador, pero tambien nos las ha dado de llevar su rol hasta tal extremo de jugar hasta incluso con la convivencia, podriamos decir que estamos ante un extraño obseso del juego llevado hasta sus últimas consecuencias. Es eso lícito o tal vez deberiamos de dudar de su planteamiento?. Lo que es evidente es que se le permite anteponer el juego a su propia convivencia y la de los demás, él utiliza sus armas de manera inteligente, sus compañeros de juego quedan envueltos en la red creada por él con excepciones, que supeditan una buena convivencia al juego, o en todo caso, vivir. Premiando su actitud es indudable que se elije al jugador, pero se elije al mismo tiempo a la persona, o como él mismo plantea, estas quedan supeditadas al juego?.
La fractura entre juego y convivencia es evidente, a algunos ésta les ha pillado en fuera de juego y solo se dan cuenta una vez en la calle, otros optan por vivir según les place olvidándose del juego y otros acercan la convivencia al juego simulando pasar inadvertidos.
Menudo dilema, a quien premiamos al jugador o a la persona?