Con el fin de año y sobre el tema que nos ocupa es tradición en éste día hacer balance de todo lo acontecido, aunque nuestro año a diferencia de otros sea más cortito y solo se componga de cuatro meses. A éstas alturas ponerse a hablar de los concursantes que quedan en la casa, como son, como piensan, lo que nos gusta o nos disgusta de ellos presiento que debe ser baladí, si acaso tendríamos que recurrir a sus acciones en las últimas horas, y como éstas brillan por su ausencia, pues me temo que tenderemos a caer un día más en la repetición de las jugadas más interesantes.
La redundancia de éstas repeticiones solo tiene un motivo evidente, intentar convencer a quien ya está plenamente convencido, ante una expulsión ciertamente igualada y posiblemente determinante. Minar un poquito más la credibilidad de quienes se exponen ésta semana y deseamos ver expulsado, y para ello recurriremos a la repetición insistente de conceptos viejos suficientemente detallados. Quizás la semana nos haya dado poco más, que no fuese esa emoción de arañar algunos votos sueltos que permita salvar al nuestro o expulsar al otro. Es la única emoción que se me ocurre a éstas alturas, porque descubrir la personalidad de Arturo, de Tatiana, de Angel o de Siscu por poner a alguien, a éstas alturas o hablar de sus defectos o virtudes, para mí sería entrar en la misma dinámica que han entrado ellos allí dentro, la rutina y la monotonía.
Haciendo balance global de “este año” que nos ocupa, es evidente que algo habremos hecho mal cuando miramos el 24h y vemos lo que vemos. Sería un buen día para hacer autocrítica del porqué de ésta cuestíón, que en la recta final del programa cuando se le presupone su lado más interesante las emociones brillen por su ausencia y tengamos que caer en la redundancia de los análisis a los concursantes después de cuatro meses porque la casa no nos dé más de sí deberia hacernos reflexionar a todos un poquito.
Empezando por la propia organización que quizás, y aún a pesar de caer en el mismo tópico de siempre se haya podido equivocar de nuevo en el casting, en la programación de las pruebas o incluso en la dinámica misma del concurso, en su forma estructural de contradecirse con sus propios principios. En un reality de televisión donde se presupone se busca aparte de la convivencia, el enganche de la audiencia, su rentabilidad y su interés propio, ante todo se busca de espectáculo que mantenga fiel a la audiencia, y que éste espectáculo tenga que venir precisamente desde fuera porque nos lo niegan desde dentro, es que algo ha funcionado mal, ya que lo ideal sería que los dos, los de fuera y los de dentro fueran a la par.
Quizás, nosotros desde aquí también hayamos contribuido a que ese espectáculo que nosotros mismos demandamos en todo momento no exista ahora mismo en Guadalix, dejando dentro a personas que poco espectáculo nos pueden dar y tener a concursantes que sí nos lo pudieran proporcionar fuera de la casa. Y es la contradicción de los propios principios del formato la que a veces nos obliga a que ésto tenga lugar, confundiendo la competitividad con el espectáculo, y no unificándolos, cayendo nosotros mismos en los mismos errores que otros años.
Para ello pongo un ejemplo a modo personal, en una nominación para mí entre Nagore, Siscu y Arturo, es evidente, insisto en lo de para mí, que por lo visto hay que coger todas las palabras que se dicen con pinzas, en esa hipotética nominación, nos encontramos en teoría con dos favoritos, Arturo y Nagore, y con un tercero en discordia que apenas aporta nada al programa, bueno, pues se produce una guerra encarnizada entre los dos favoritos para echar al otro favorito, y nos olvidamos por completo de Siscu, privándonos de ese espectáculo que reclamamos, y ya tenemos un posible favorito en la calle y una persona prescindible dentro, y así, otras semanas, con lo que al final, pues tendremos dentro precisamente a muchos de los prescindibles dentro y a muchos favoritos fuera. La propia competitividad nos priva del espectáculo, nos alegramos esa semana con una batalla victoriosa y nos acercamos peligrosamente a un final de guerra sin efectivos importantes.
Nosotros mismos vamos dejando “cadáveres” por el camino para llegar a una final donde solo encontramos “muertos”. Y es curioso, que en toda competición, precisamente, llegan al final siempre los mejores. Y yo pregunto, si GH, también es competición, porqué en la final no deberían estar los mejores?. No tendremos nosotros mucha culpa de ello?. El último ejemplo lo vivimos con Carol y Siscu, sería igual una nochevieja en la casa con Carol dentro que con Siscu?. En su día el espectáculo nos dio igual, GH nos dio igual, nos dio igual quien pasara la nochevieja dentro, lo único que queríamos es echar a Carol, lo demás nos daba todo igual.
31 de diciembre 2009
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