SOLO SOFÍA

  Como el protagonista de Grandes Esperanzas de Charles Dickens, cada comienzo de edición de Gran Hermano nos encontramos con un mundo lleno de posibilidades del que pronto vemos que nada es lo que parece y que a veces podemos recibir de quien menos esperábamos. Al principio, nunca pensé que me gustaría Sofía, no creía que fuese algo más que una chica guapa, representante del estereotipo propio de MHYV, pero con el paso de los días fui descubriendo en ella a una concursante con gran potencial y una persona que se me antojaba diferente y, por lo tanto, especial e interesante. Ahora más que nunca y con los últimos acontecimientos, cuando observo con estupefacción y desilusión que todo esto se ha convertido en un teatro con un reparto deplorable, Sofía se convierte para mí en la única alternativa para alcanzar un final feliz, no sólo para los que nos gusta esta concursante sino para la supervivencia del propio formato.

   Su fresca y juvenil imagen, mitad niña mitad mujer, ha marcado su concurso con su particular rebeldía, con su provocativa libertad, y su no preocuparse en absoluto de la opinión que los demás tengan sobre ella… Afirma que simplemente come cuando tiene hambre. El deseo y el placer le resultan más convincentes que los preceptos y las convenciones. Hace lo que le viene en gana…y eso es lo que perturba de ella. Es una chica liberada de todo sentimiento de culpa, de todo tabú impuesto sobre la sociedad. Asocia el sexo con la propia naturalidad y no conoce límites ni tiene prejuicios o miedo a probar cosas nuevas. Ella misma lo dice: Adora el sexo y goza de él. Es como Eva en el Edén, una Eva que cree tener un especial talento para el amor, que cree saberlo todo sobre el tema pero que demuestra que todavía no ha tenido ocasión de aprenderlo a sus tan sólo 19 años. 

 

   En realidad Sofía no ha querido ceñirse a los convencionalismos y se ha mostrado como una gran librepensadora con mucha personalidad. Es indiscutible que el deseo o la atracción han marcado profundamente su concurso, como si no pudiese vivir sin pasión y sin control. Muchos esperaban una especie de devora hombres sin complejos y sin embargo no es que no sólo se reduzca a esto, sino que va mucho más allá, su capacidad de lanzarse al vacío sin paracaídas, dándose de bruces contra una realidad que no esperaba, ha conseguido que resulte mucho más divina y adorable. Dice que las Galdeano cuando sufren un revés, no se quejan, se levantan y siguen adelante. Seguramente debería de haber llorado por todas las esquinas de la casa cuando Suso fue expulsado, dándoles motivos reales a sus detractores para tacharla de hacerse la víctima, pero en lugar de eso pensó “gracias a Dios”. No es de las que se aferra al pasado muerto, ni ha querido cargar con cadáveres, por el contrario es más de aceptar los acontecimientos y vivir el futuro. También podría haberse hecho la ofendida con Ricky y recurrir al falso feminismo por el que tanto abogan en esa cadena, pero no dudó en afirmar que no le importaba, ella sólo quería sexo y en el fondo se compadecía de él por cómo iba dando tumbos en el concurso esperando el día del juicio final sabiendo que sin remedio lo había perdido todo.

 

  Esta forma de relacionarse con los chicos, de mostrarse tal cual, sin miedos al qué dirán ni a perder, ha sido el fiel reflejo para muchos de la pasión y el erotismo femenino en su máxima potencia, del disfrutar de la vida y, sin embargo, para otros, cierta degradación y pérdida de dignidad. Es cierto que en estas ocasiones ha mostrado su cara más autodestructiva, así como muchas de sus carencias afectivas, seguramente procedentes de una infancia complicada y la falta de su padre, por quien nunca se ha sentido querida, pero de lo que nunca se lamenta: “Sé que no he tenido una familia normal, de esas con tus padres, jardín y perro, pero no puedo quejarme, he tenido todo lo que he querido”. Aún así parece se aferra al cariño y es incapaz de rechazar cualquier atisbo de ternura por muy falsa que sea.

  Otra de las mejores cualidades de Sofía es que a pesar de ser libre para ella misma, no ha dejado de ser libre de sus responsabilidades, juzgándose continuamente y reconociendo sus errores. Muchas veces han intentado presionarla por su bien, sobre todo su madre y Marta, su mejor amiga en esa casa, temerosas de que se estuviese haciendo daño a sí misma y que destruyese sus posibilidades en el concurso, e incluso desde aquí fuera hemos deseado someter sus impulsos, pero ella es incapaz de seguir el camino impuesto, de no atreverse a cruzar las barreras de lo que no está permitido o pudiese perjudicarla .Y todo esto lo ha hecho con un valor excepcional para admitir sus errores. Ha sido la versión más auténtica de ella misma, expresando con total espontaneidad lo que quiere y lo que no, yendo contra corriente, rigiéndose por sus propios principios y sintiéndose libre en sus decisiones, sin importarle las sanciones sociales o perder el concurso.

  Podremos no estar de acuerdo con muchas de sus decisiones, no entenderla en ocasiones o simplemente no ser de nuestro agrado, pero nunca podremos reprocharle que haya sido en todo momento real, porque concursantes como ella son los que dan sentido a la existencia de este reality. Mientras otros no son sino lo que se espera de ellos o lo que creen que les hará ganar el maletín, Sofía es simplemente ella. Para bien o para mal, sin pretensiones, sin vendernos cualidades que pudieran hacerla más especial o mejorar su imagen, y eso es precisamente lo que la hace genuina entre tanta falsedad. Mientras que desde hace años, debido a la decadencia del programa, la mayoría de los concursantes entran con el papel aprendido, en esa edición tan sólo Marta y Sofía han logrado ser lo suficientemente espontáneas como para mantener vivo el espíritu del concurso.

  Muchos hablan de su pasotismo, que no niego, aunque lo calificaría más como serenidad. No se siente asustada, preocupada o ansiosa por el porvenir. Tampoco se recuesta en la infelicidad del pasado, sino que planta cara a las pérdidas y la adversidad. Para Sofía lo importancia es vivir aquí, ahora y con lo que existe. No es indiferencia, ni complacencia o ignorancia, sino una forma saludable de vivir su vida, sin miedo al fracaso ni culpando al resto de sus éxitos o derrotas, asumiendo que son de su entera responsabilidad. Esto es lo que la ha hecho auténtica, no sólo por aceptar lo que es sino también por atreverse a ser quien es. 

 

 Sabe escuchar y, especialmente, no juzgar a sus amigas, siendo esta una de las características más nobles de alguien totalmente liberada e incluso cínica ante ciertas actitudes pudorosas. Le cuesta expresar sus sentimientos, pero poco a poco ha desvelado ápices de una personalidad única y extraordinaria. Es una chica segura de sí misma que no se deja influir por los conflictos y las críticas. Es perfectamente consciente de sus puntos fuertes y débiles, siendo competente y decidida. No es fácil sacarla de su caparazón, hablar de su vida y de sus sentimientos no es uno de sus puntos fuertes, las relaciones sociales no son particularmente importantes para ella, es feliz con tan sólo unos pocos y cercanos amigos. En la casa, ese círculo de confort lo ha encontrado con Marta y con Niedziela, formando el grupo entrañable y divertido de “las embrujadas”, aunque Sofía, siempre independiente, nunca ha dejado de estar sola, de bailar sola, a su ritmo, a base de movimientos sinuosos, melenazos y unas ansías terribles de quien no teme vivir la aventura.

  Libre, sincera, auténtica, atrevida, alocada, valiente, autocrítica, leal e intuitiva, a ella se reducen mis esperanzas de encontrar a toda esta edición un sentido y un final feliz: Sofía el último día allí a solas, apartada y sonriente, sosteniendo el triunfo de la naturalidad y la autenticidad que hacen de Gran Hermano un programa único y emocionante. No sólo sería ella la ganadora, sino todos nosotros.

 

Mayra GH