LUIS DE RAMIREZ

En la plaza de Guadalix de la Sierra, a las seis en punto, con todos los asientos llenos de gente esperando a decir olé o a castigar con pitos una faena que está por ver… Luis de Ramirez, novillero, ese hombre niño metido en el circuito del toro, intenta resolver cada tarde con aplomo de cabeza bien amueblada, aunque no siempre con éxito.

La de Luis es una historia peculiar. Nunca antes habíamos visto metido a un torero en el ruedo de Gran Hermano, pero con ello nos demuestra su raza y talante, más aún si cuando se abre la puerta de toriles el primer toro de la tarde con el que le toca lidiar es Azahara, un toro de casta Gallardo, de gran belleza corporal y excelente trapío, acaramelado y albahío, cuya embestida se promete larga y compleja. Pero Luis no tiene prisa, torea de fondo, conoce la suerte y llega a un entente con el toro. El toreo se hace suave, de pases cortos, aunque no la llega a convencer  ni a su querencia animalista.

La ilusión y el afán por gustar al respetable, por gustarse a sí mismo hace que Luis de Ramirez, “El niño de Guadalix”, no acabe de centrar su faena..., más pendiente de las gradas que del toro que le ha tocado en suerte. Brinda capotazos al tendido, al general, a su cuadrilla... y a la madre que le parió, pero el toro le observa y no acaba de hacerle entrar a matar. Luis teme los pitos y las almohadillas, no se acaba de arrimar…

Está haciendo una faena irregular, con pases certeros a la vez que carentes de esa valentía que se le supone. De momento sólo le hemos visto tandas de derecha, veremos qué tal torea al natural… Quiero verle a pecho descubierto, bailar con el toro, que no me aburra esta tarde, que me cuente a capotazos lo que acontece en la plaza, que se lance al ruedo y saque por fin el tronío, el arte. Luis todavía no me ha decepcionado, pero la tarde es larga…

Puede que su falta de regularidad se deba a un fallo que cometió nada más salir a hacer el paseíllo desde el patio de cuadrillas. Se cortó la coleta, y eso para un torero significa el fin. Su seguridad se vino abajo y su toreo se ha limitado a ser de nuevo como el de un estudiante de escuela taurina. Incluso el traje de luces con el que entró quedó deslucido y convertido en camiseta y tejanos, confundiéndose con el resto de la cuadrilla.

Luis es un torero de posibles. Nada me gustaría más que verle salir del terreno seguro del toreo de salón. Aunque flaco favor le hace su apoderado, que en su afán de colocarlo en carteles de corridas sin riesgo, nos priva de verle libre, como aquellos valientes aspirantes a torero que, armados tan sólo con  su camiseta, torean a la luz de la luna y en plena dehesa a un toro negro zaino que se confunde con la noche.

Se oye un aviso..., la corrida avanza y el público empieza a reclamar algo más que unos cuantos pases. El torero mira al toro desde la barrera, se concentra, está convencido de su valentía aunque tenga miedo, coge los trastos, sale al ruedo, reza. Silencio. Un poema se oye desde el tendido…

"Soy un bohemio que sueña,
 ser figura del toreo,

 porque en ello puedo sentir y expresar todo aquello,

 aquello son sentimientos,
 
que solo uno expresa como uno cuando  besa;

Yo solo busco la respuesta,
 de todos estos sentimiento que me rondean 
y que surgen en mi cabeza;
Tengo una gran promesa,
 brindar el primero a un hombre al que yo quiero,

 que me sigue y ayuda y que está en los balcones del cielo ;
Si tengo que morir por todo esto que siento, 

moriré y me iré al cielo siempre con quien yo mas quiero."

Suda… respira… espera… Se abre la puerta de toriles…

Una promesa?

Esperemos que cambie pronto de tercio o le va a costar salir... salir por la ansiada puerta grande.

                                                                                                                     PK-Grosella.